Archivo del Autor: Mónica Manrique

Cómo crecen nuestros hijos: de los 4 a los 5 años

El cuarto año de vida constituye una etapa muy importante para el inicio del aprendizaje formal.

El niño de cuatro años tiene una locomoción muy coordinada y posee un buen sentido del equilibrio y control de movimientos en espacios reducidos. Todo el proceso de maduración neurológica y física de los años anteriores desemboca ahora en destrezas de movimientos finos para el manejo del lápiz, las tijeras, las agujetas y el pincel.

El niño posee un vocabulario amplio y emplea expresiones verbales nino tumbado en las hojas de otonopropias de su cultura, expresa su pensamientos con oraciones compuestas, está en capacidad de aprender a través de las palabras y entiende nociones espacio – temporales como antes-después y hoy-mañana. También puede establecer relaciones de causa-efecto y de orden (primero, segundo…).

Una característica de desarrollo del niño de cuatro años es su deseo e interés por aprender. Le gusta investigar los fenómenos de la naturaleza y el funcionamiento de objetos y máquinas que tiene a su alcance.

Posee un mayor tiempo de atención y concentración lo que le permite escuchar explicaciones verbales del adulto.

Esta es una etapa crítica para el desarrollo del pensamiento lógico-matemático. A partir de la manipulación de objetos establece relaciones de cantidad, inclusión, seriación y clasificación. Puede establecer relación entre el número y la cantidad de cero a cinco.

En lo que respecta al desarrollo socio-emocional, el niño de esta edad es muy sensible y solidario con las personas que le rodean. Tiene la capacidad de esperar su turno, compartir sus juguetes con un amigo, participar en juegos reglados y formar parte de un grupo de iguales.

  • VVAA. (2003):“Autonomía personal y salud”. Editorial Altamar, Barcelona.
  • J. Palacios (1990): “Desarrollo psicológico y educación”. Alianza Psicología
  • M.C. Ordoñez Legarda,A. Tinarejo Miketta: “Estimulación temprana: Inteligencia emocional y cognitiva” Tomo I de 0 a 1.

Cómo crecen nuestros hijos: de los 3 a los 4 años

nina con pompasDe los 3 a los 4 años el niño se involucrará poco a poco en los juegos sociales y reglados, dejando así el juego en paralelo. Alcanzará grandes avances en todas sus áreas de desarrollo, pero seguirá requiriendo del cariño y aprobación de sus padres y educadores. En momentos manifestará retrocesos sobre logros ya adquiridos.

En este año ganará en su capacidad de equilibrio y coordinación de movimientos.

Su capacidad de expresión verbal se desarrollará de manera acelerada, gracias a la interacción con otras personas y debido al juego dramatizado en el que hablará y se responderá a si mismo.

En lo cognitivo, el niño experimentará una reorganización mental favorecida por el desarrollo del pensamiento simbólico. Aparecerá el juego verbalizado, dramático y de roles y su fantasía en el campo lúdico no tendrá límites. Participará por tiempos no muy prolongados en juegos de grupo y su autonomía seguirá afianzándose. Irá la baño solo, se vestirá sin ayuda y se interesará cada vez más por los otros niños.

 

  • VVAA. (2003):“Autonomía personal y salud”. Editorial Altamar, Barcelona.
  • J. Palacios (1990): “Desarrollo psicológico y educación”. Alianza Psicología
  • M.C. Ordoñez Legarda,A. Tinarejo Miketta: “Estimulación temprana: Inteligencia emocional y cognitiva” Tomo I de 0 a 1.

Cómo crecen nuestros hijos: entre el segundo y el tercer año

El niño de 2 a 3 años se caracteriza por los importantes cambios que se evidencian a nivel de desarrollo motriz grueso y fino.

Al final de los 2 años articulará frases de seis palabras y será capaz de narrar sus experiencias de una manera más fluida y clara.

Desarrollará en este periodo nociones de cantidad y temporalidad.

nino con gorro andando en las hojas de otonoSe desarrollará aún más su capacidad de atención y memoria, con lo cual, podrá gozar de momentos más largos de juego y lectura de cuentos infantiles.

El avance en sus percepciones y nociones espaciales le permitirá interiorizar el concepto de grande, pequeño, arriba, abajo, con lo cual separará objetos de distintas dimensiones y los ubicará en el espacio.

  • VVAA. (2003):“Autonomía personal y salud”. Editorial Altamar, Barcelona.
  • J. Palacios (1990): “Desarrollo psicológico y educación”. Alianza Psicología
  • M.C. Ordoñez Legarda,A. Tinarejo Miketta: “Estimulación temprana: Inteligencia emocional y cognitiva” Tomo I de 0 a 1.

Cómo crecen nuestros hijos: entre el primer y el segundo año

El niño empieza a caminar, y por tanto, a ganar en independencia para explorar el medio. Es una etapa marcada especialmente por logros motrices y por el alcance de destrezas socioafectivas, cognitivas y de lenguaje que permitirán al niño diferenciarse aún más del resto de personas y percibirse a sí mismo como un ser autónomo.

Las adquisiciones de lenguaje contribuirán al desarrollo de la autonomía pues será capaz de posponer su llanto para tratar de expresar verbalmente lo que desea. Narrará de manera breve algún suceso importante del día y dirá frases cortas, aunqunina con perro en carroe con limitaciones de sintaxis.

Hacia los 18 meses aparecerá el pensamiento simbólico, y con él el juego simbólico, actividad lúdica necesaria para experimentar y aprender a través de la acción.

Ganará en autonomía y autosuficiencia. Si a los 12 meses intentaba comer con sus dedos, utilizaba pañales y le tenía un gran temor a los extraños, a los 24 será capaz de manejar la cuchara, acercase más a los adultos y controlar de manera voluntaria los esfínteres. Todavía no tendrá un control nocturno de su vejiga por lo que los padres deberán asistirlo durante la noche.

Sentirá una creciente atracción por los otros niños y por los juegos sociales, aunque su pensamiento egocéntrico lo limitará en su aceptación de reglas lúdicas y en considerar la perspectiva de otros. Le gustará la compañía de niños de su edad, pero su juego seguirá siendo paralelo.

  • VVAA. (2003):“Autonomía personal y salud”. Editorial Altamar, Barcelona.
  • J. Palacios (1990): “Desarrollo psicológico y educación”. Alianza Psicología
  • M.C. Ordoñez Legarda,A. Tinarejo Miketta: “Estimulación temprana: Inteligencia emocional y cognitiva” Tomo I de 0 a 1.

Cómo crecen nuestros hijos: el primer año

El primer año de vida se caracteriza por los grandes avances en todas las áreas del desarrollo. Las actividades predominantes serán las sensoriales y las motrices.

En unos pocos meses el niño pasará de un actividad refleja a un control voluntario de movimientos.

  • Aproximadamente, a los ocho meses empezará a utilizar la pinza para asir objetos, a los nueve gateará y antes de cumplir el año quizás ya esté dando sus primeros pasos y diciendo unas palabras.

Todas las destrezas, por pequeñas que parezcan, estarán vinculadas unas con otras. Esto será especialmente cierto en el primera año de vida, durante el cual,bebe con fondo marron no será posible diferenciar la maduración cognitiva de la motriz.

  • Aprenderá por imitación, se ampliará su capacidad de memoria y aparecerán las nociones de permanencia de objetos y de causa efecto.

Formar vínculos afectivos seguros, conocerse, confiar en sus propias potencialidades, tener suficiente seguridad personal para tomar la iniciativa y saber relacionarse con el mundo y creer en él, son los principales aspectos que el niño deberá empezar a cimentar desde que nace.

Los vínculos seguros serán siempre una condición necesaria para el desarrollo de una personalidad armónica y feliz.

VVAA. (2003):“Autonomía personal y salud”. Editorial Altamar, Barcelona. 
J. Palacios (1990): “Desarrollo psicológico y educación”. Alianza Psicología
M.C. Ordoñez Legarda,A. Tinarejo Miketta: “Estimulación temprana: Inteligencia emocional y cognitiva” Tomo I de 0 a 1.

Qué NO hacer con la tristeza

—Dos errores típicos a la hora de gestionar la tristeza:

  • —Dejar de hacer actividades que habitualmente nos nutren, como ver a los amigos y a los miembros de la familia que podrían ser un apoyo real para nosotros.
  • Enfrentamos al agotamiento esforzándonos más, pero lo que conseguimos es que éste se haga más intenso.

—Cuando la depresión empieza a apoderarse de nosotros reaccionamos haciendo lo posible por quitarnos de encima nuestros sentimientos, ya sea reprimiéndolos o pensando para intentar encontrar un modo de salir de ese estado de ánimo. —En este proceso, desenterramos penas del pasado (tristeza, culpa, vergüenza) y hacemchica triste tras cristal con lluviaos aflorar preocupaciones con relación al futuro (ansiedad). Mentalmente, probamos con esta o aquella solución sin sacar nada en claro y lo que conseguimos es frustración, e ira contra nosotros mismos por no ser capaces de liberarnos de esa tristeza tan incapacitante.

—Paradógicamente, los esfuerzos que realizamos habitualmente para salir de este estado de ánimo, lejos de liberarnos, nos mantiene atrapados en el dolor del que estamos intentando escapar.

—Por raro que pueda parecer, la ciencia ha demostrado que está bien dejar de intentar solucionar el problema de sentirse  mal.

M. Williams, J. Teasdale, Z. Segal, J. Kabat-Zinn (2010): “Vencer la depresión” . Ed: Paidós. Madrid.

Cómo gestionar nuestra ira y la de nuestros hijos

“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.”

Aristóteles, Ética a Nicómaco.

La ira se genera cuando tenemos la sensación de haber sido perjudicados o tratados injustamente (engañados, manipulados, traicionados, heridos…). También sentimos ira cuando un obstáculo se interpone entre nosotros y nuestros objetivos.

Esta emoción nos avisa de que algo debe cambiar, motiva a detener aquello que nos causa malestar. Disminuye el miedo y aporta la energía necesaria para actuar. Se trata de una emoción potencialmente peligrosa porque nos impide pensar con claridad y hace que actuemos de manera hostil y agresiva.

Cómo gestionar nuestra ira.

  • No dejar acumular lo que nos molesta sin expresarlo y sin pedir cambios.
  • El afrontamiento de la ira debe ir en la dirección de ver las cosas de forma diferente. Adoptar el punto de vista del otro hará que le comprendamos mejor y nos enfademos menos.
  • Nunca responderemos con la misma moneda (la ira provoca más ira y cierra las posibilidades de comunicación). En cuanto notemos las primeras señales de que podemos perder el control lo mejor será apartarnos de quien nos está enfadando.
  • No darle vueltas y vueltas a lo que nos causa rabia porque nuestra ira crecerá.
  • Cuidado con el desahogo gratuito, el maltrato psicológico o físico, las humillaciones, los insultos… Las consecuencias son muy graves.
  • Debemos resolver los problemas cuando estemos tranquilos y esté tranquilo también el otro para evitar una escalada de violencia.
  • Piensa que si pierdes el control, después te arrepentirás y te sentirás culpable.
  • Cuida tu descanso.

Cómo manejar la ira de nuestros hijos.

  • Es fundamental ser un buen ejemplo en la expresión y manejo de las emociones.
  • Nunca ceder a los deseos del niño después de un episodio de rabieta descontrolada, porque si no, pensará que esa es la manera de conseguir lo que pide.
  • No es aconsejable satisfacer todos los deseos del niño. Debe experimentar la frustración para poder aprender a manejarla. Adquiriendo más resistencia a la frustración tendrá menos rabia.
  • No se deben pasar por alto las agresiones. Si el niño es pequeño usaremos el tiempo fuera: le retiraremos de la escena de juego después de mostrar nuestro disgusto. Si el niño es mayor tenemos que dialogar con él.
  • Darle alternativas para actuar ante las injusticias: pedir ayuda, expresar verbalmente el malestar, distraerse…