Archivo por meses: abril 2011

Las consecuencias de perder el control

cara de hombre echando humoEs importante limitar al máximo los conflictos familiares -entre los padres, entre los hijos y entre padres e hijos-, tanto en intensidad como en frecuencia. Si son persistentes o muy intensos, pueden afectar de manera negativa a la calidad de las relaciones familiares. Si cuando discutimos con los hijos o con la pareja, nos dejamos llevar por la ira, sucede que:

  • En vez de centrar la atención en el otro sobre la conducta que nos molesta o preocupa, contribuiremos a hacer que se inhiba (aguantar el chaparrón) o que fije la atención en nuestros insultos, reproches, amenazas…
  • Nuestro hijo o nuestra pareja estará también disgustado, y quizás reaccione con provocaciones verbales (“Así que piensas eso de mí; pues me voy a marchar de casa”, “A ver si tienes narices”) o no verbales (se marcha dando un portazo).
  • Eso nos generará más irritación, y quizás castiguemos a nuestro hijo o dejemos explotar nuestra rabia con él (gritando por la escalera que no hace falta que vuelva, tirando algo contra la puerta…) También puede ser que no hagamos nada, y nos limitemos a acumular rabia.
  • Entonces, tanto nosotros como nuestros hijos acumularemos rabia y nos distanciaremos los unos de los otros. Si eso pasa a menudo y/o las discusiones son muy intensas, sucede que:

– Los vínculos familiares se debilitan.

– La comunicación se deteriora.

– Dejamos de ser referentes para nuestros hijos (¿quién quiere parecerse a alguien o cooperar con alguien con quien no tiene un buen vínculo?).

– Perderemos la capacidad de influencia y de acompañamiento sobre nuestros hijos cuando estos tengan problemas.

Texto cedido por el IMFEF.


11 pautas infalibles para fomentar la autoestima en los niños y los adolescentes

nina con confeti 11. Elogiar.

  • Los elogios deben ser concretos, sinceros y en el mismo momento en el que el niño haga algo bien.
  • Lo que importa es que los padres se concentren en las cosas positivas que hacen sus hijos, no en las cosas negativas.
  • Se debe reforzar más el esfuerzo que el resultado final.
  • Es mejor utilizar mensajes yo.
    • “Has hecho un dibujo muy bonito.”
    • “Me encanta tu dibujo.”

2. No pedir perfección.

  • Nadie es perfecto, y los padres no deberían esperar que sus hijos lo sean.
  • Los niños necesitan saber que sus padres los aceptarán tal y como son, con fallos y todo.

3.Escucharles y responderles.

4. Proporcionarles normas claras que sean estables en el tiempo y coherentes.

5. Se debe criticar la conducta, no al niño.

  • “Eres un inútil”.
  • “Esto que has hecho no está bien.”
  • Además es necesario enseñarles una manera alternativa de hacer las cosas.
    • “No empujes la comida con el dedo.”
    • “Empuja la comida con el pan.”

6. Tratar a sus hijos con respeto. Muchas veces tratamos con más respeto a las personas desconocidas que a los que tenemos más cerca, entre ellos, nuestros hijos.

7. Estimularles a que tomen decisiones por sí mismos.

8. Darles responsabilidades en función de su edad.

9. Darles la oportunidad de resolver problemas y de fracasar.

10. Fomentar sus intereses y habilidades.

11. Ser un bueno modelo en la gestión de emociones y enseñarles a gestionar las suyas. Este es un punto importante y difícil. Si eres madre/padre o profesional de la educación tal vez te interese el curso Inteligencia Emocional que imparto online. Puedes obtener información aquí:

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¿Qué NO debemos hacer si queremos fortalecer la autoestima de nuestr@s hij@s?

  • nina con serpentinaGeneralizar: siempre, nunca, todo, nada, jamás…
  • Etiquetar: “que torpe eres” “inútil” “desastre”. Actúa como una profecía autocumplida.
  • Lenguaje peyorativo: ironías, ridiculizaciones y humillaciones.
    • “Cállate, eres el último mono de esta casa.”
    • “Eres igual de cabezota que tu madre.”
  • Atención selectiva a lo negativo: fijarnos sólo en lo que ha hecho mal.
  • Amenazar: “como no recojas se lo digo a tu padre”, es diferente a las normas.
  • Chantaje emocional: “Así quieres a tu madre…con lo que yo he sacrificado por ti” Esto les hace sentir culpables. No les podemos responsabilizar de nuestras emociones.
  • Anticipaciones negativas: ir de adivinos. “Ya sabía yo que esto tenía que pasar” “Seguro que suspendes”.
  • Catastrofismo: “Algún día tenemos un disgusto” Les hace sentir que no confiamos en ellos y les transmitimos miedos e inseguridades.
  • No sobreproteger y no dejarles actuar solos. Los niños necesitan más tiempo que nosotros para hacer las cosas. Muchas veces los padres caen en el error de decirles constantemente cómo deben actuar y están pendientes para corregirles sin darles tiempo para que ellos solucionen sus tareas.
  • Compararles con sus hermanos o con otros niños. El niño pensará que le quieren más a su hermano porque es mejor. Esto aumenta los celos.
    • “Eres un patoso. ¿No puedes subir la escalera como tu hermano? ¿No ves que él no se cae?”
    • Será mejor decirle: “Ayer te agarraste a la barandilla y no tropezaste. ¿Por qué no lo haces así hoy”.
  • Indiferencia. Si se habla del niño a otras personas, conviene implicarle en la conversación para que no se sienta ignorado y sepa que su opinión sobre si mismo también interesa.
  • Exigirle demasiado para su edad. Si le exigimos más de lo que puede hacer, probablemente se desanimará.
  • No presionarles para que se muestren como no son:
    • “Cuando vayas al colegio no digas… ni hagas…”
    • “No pongas esa cara que van a pensar que eres tonto.

El halcón y la vieja

halconEra una vez una señora muy respetable acostumbrada al trato con pájaros. Sólo que los únicos pájaros que conocía eran las palomas.

Un día un halcón se  posó en su ventana. Ella lo observó y dijo: “Pero, qué pájaro desaliñado. ¡Qué desastre, es una vergüenza!…”.

Tomó al halcón por la fuerza y con sus tijeras de podar le cortó las alas, excesivamente grandes, según ella. Con una tenaza le rebanó el pico, demasiado torcido, según le habían enseñado. Y, por último, le limó las garras, amenazadoramente fuertes y pensó, comparándolas con las de los únicos pájaros que conocía.

Luego volvió a mirar al halcón mutilado y moviendo la cabeza  con una sonrisa dijo: “Ahora sí, pareces un pájaro decente”.

Madrid, J. y Henche, I. (2008): “Cuentos e historias para la educación sexual”, en Loizaga, F. (2008): Nuevas técnicas didácticas en Educación Sexual. Madrid: McGraw-Hill.