Sentimos tristeza ante la pérdida de algo que consideramos valioso. Puede tratarse de la muerte de un ser querido, una ruptura sentimental o un despido. Pero también, surge cuando lo que perdemos es la idea que tenemos de nosotros mismos o de los demás, ya sea por humillaciones, derrotas o decepciones.
Es muy importante comprender que todas las emociones son útiles y necesarias.
La tristeza nos motiva a la no acción. Estamos apáticos, sin ganas de nada. Pero, ¿en qué nos ayuda todo esto? Aunque resulte difícil ver la utilidad de la tristeza, esta tiene una doble función:
- Por un lado, nos ayuda a adaptarnos a la nueva situación. Nos obliga a parar, para que podamos darnos cuenta de los recursos con los que contamos de ahora en adelante tras la pérdida.
- Y por otro lado, facilita, a través de la empatía, el apoyo de los demás.
Y tú, ¿Qué haces para ayudar a una persona cuando está triste?
Supongo que llevado por el sentido común y la buena intención le intentarás animar, consolar, alegrar. Para ello puedes:
- Enumerarle una serie de razones por las cuales no debería estar triste: tienes buena salud, hay quien está mucho peor, tienes a gente que te quiere…
- Darle consejos del tipo, disfruta de la vida, sal a divertirte, disfruta de las pequeñas cosas, tienes que ser fuerte, hazlo por tus hijos, tus padres…
- Y también, puedes quitarle importancia y relativizar su situación: no te preocupes, no vale la pena, no es para tanto, hay cosas mucho más importantes…
Bueno, pues si es así, NO LO HAGAS.
Todos estos mensajes pueden ser un gesto de solidaridad, amistad y amor, pero si se convierten en una orden, en una especie de obligación, podrán llevar a la persona a retener, más que a dejar ir, a la tristeza. El mensaje que le transmitimos sería algo así: “No se debe, no puedes, no es normal, no es aceptable estar triste”.
En consecuencia intentará erradicar la tristeza consiguiendo que se intensifique e intentará forzar la alegría haciendo que resulte imposible.
Entonces ya no solo estará triste, sino que también estará triste por estar triste. Lo que en un principio era tan solo una tristeza sana y pasajera se mezcla ahora con sentimientos de fracaso, maldad e ingratitud con respecto a aquellos que le quieren y se esfuerzan tantísimo por ayudarle.
Ya sabemos que no hacer, pero ¿cómo podemos ayudar?
- Con la simple presencia: escuchando, abrazando, estando ahí…
- Aceptando la tristeza de manera natural y haciéndole ver que no es un signo de debilidad.
- Y si la tristeza se ha enquistado, lo más conveniente será hacerle ver la necesidad de acudir a un especialista.