El contexto de la educación primaria es el marco de socialización principal fuera de la familia. Es en el colegio donde los niños y niñas adquieren diversas competencias tanto intelectuales como sociales y afectivas. Las relaciones afectivas, sociales e interactivas que se producen en la escuela son de una naturaleza especial, puesto que la escuela es una institución reconocida oficialmente como educadora y formadora de niños y niñas, y su función es socializarlos; es decir, dotar al niño de una serie de habilidades, actitudes e intereses para que su inserción en la sociedad sea exitosa. (Rodrigo, 1999; Sadurní, 2003).
Por lo general en la escuela se tienden a reforzar conductas asertivas e incluso inhibidas, y a perseguir y castigar las conductas agresivas y/o disruptivas.
“Nos interesa destacar que aunque sean las manifestaciones conductuales más llamativas – conductas disruptivas, agresiones, etc.-las que con más frecuencia han reclamado la atención de los educadores, no podemos olvidarnos de aquellos alumnos con fenómenos conductuales más situados en la esfera del temor y la inhibición, ya que la escuela debe dar respuesta a todas lasmanifestaciones de los déficits en habilidades sociales, y no sólo a aquéllas que causan dificultades en la convivencia escolar y en el clima de la clase” (Jiménez, 1994, p. 21). El interés en incluir las habilidades sociales en los procesos curriculares académicos es reciente. En el artículo 6 de la LOE (2006), se define el currículo como “… el conjunto de objetivos, competencias básicas, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación”.
También en artículo 16.2, dentro del Capítulo II dedicado a la Educación Primaria podemos leer: “ La finalidad de la educación primaria a todos los niños y niñas una educación que permita afianzar su desarrollo personal y su propio bienestar, adquirir las habilidades culturales básicas relativas a la expresión y comprensión oral, a la lectura, a la escritura y al cálculo, así como desarrollar las habilidades sociales, los hábitos de trabajo y estudio, el sentido artístico, la creatividad y la afectividad.” El aumento del interés por el fomento de las habilidades sociales puede deberse a varios factores:
- En primer lugar, existe una amplia evidencia empírica acerca de la importancia del desarrollo adecuado de habilidades sociales desde edades tempranas. Las investigaciones retrospectivas han encontrado relaciones sólidas entre competencia social en la infancia y adolescencia y el posterior funcionamiento social y psicológico.
- En segundo lugar, existe una demanda social cada vez más importante para incorporar el desarrollo de habilidades sociales en el marco de la escuela donde los niños y adolescentes muestran una amplia gama de comportamientos disruptivos y antisociales. Estos comportamientos tienen un efecto negativo para el desarrollo de relaciones saludables entre compañeros y para el rendimiento académico satisfactorio.
- En tercer lugar, la muestra, cada vez mayor, de niños y adolescentes que sufren acoso por parte de sus compañeros con consecuencias, a veces, dramáticas y no saben defenderse ni pedir ayuda.
Para Ovejero (1998), la escuela es el lugar más indicado para realizar programas de competencias y habilidades sociales y da dos razones:
1. El entrenamiento en habilidades sociales es más eficaz cuando se realiza en grupo, dado que los otros compañeros son una importante fuente de aprendizaje, ya sea a través de procesos de imitación o de aprendizaje social, y proporcionan oportunidades únicas para el ejercicio de estas conductas.
2. Los compañeros son una importante fuente de apoyo emocional para estos aprendizajes.