Archivo del Autor: Mónica Manrique

4 Factores que influyen en la autoestima del niño y del adolescente

Para Coopersmith (1967) existen cuatro criterios para que un individuo estructure su autoestima.

  1. La significación: el grado en que el sujeto se siente cómodo y aceptado por las personas que son importantes para él.
  2. La competencia o grado que creemos poseer para desempeñar una tarea que consideramos valiosa e importante.
  3. La virtud o valoración moral o ética que hacemos de nosotros mismos.
  4. El poder o capacidad que la persona cree tener para controlar su vida e influir en la vida de los demás.

Considerando estos cuatro criterios, los factores que influyen en la autoestima del niño y del adolescente serán:

  • La educación familiar: “Los sujetos de autoestima alta coinciden con el perfil de educación familiar de estilo democrático, es decir, nino tumbado en las hojas de otonosujetos que gozan de un gran nivel de afecto y comunicación al tiempo que padecen grandes exigencias y controles, aunque los mismos sean ejercidos por los padres mediante técnica basadas en el razonamiento y en la explicación, animando a los hijos a afrontar situaciones que exigen esfuerzo mediante la persistencia en la tarea y, desde luego, siempre dentro de la posibilidades del individuo. Por el contrario, los sujetos de autoestima baja correlacionan con estilos de crianza autoritarios, poco afectuosos y casi nula comunicación, acompañado de un alto grado de exigencia y control” (González y Bueno, 2004, p.p. 508).
  • El grupo de iguales. La consideración dentro del grupo, es un componente esencial del auto-concepto y, consiguientemente, de la autoestima. La popularidad y la preeminencia dentro de dicho grupo, condiciona la evolución del adolescente. Pero, según parece, aun cuando es importante la opinión de los amigos, no va en detrimento de la influencia que ejercen los padres, cuyo papel sigue siendo fundamental incluso en la adolescencia.
  • Los profesores: inciden de forma importante en la configuración del autoconcepto, por ser quienes les evalúan en la escuela y quienes dirigen sus capacidades y contribuyen al desarrollan sus potencialidades.
  • Características personales: determinan, en gran parte, el éxito o fracaso de una acción sobre el adolescente. Cualquier tarea tiene efectos distintos según las características personales y sobre la autoestima del sujeto. Porque no todos reaccionan de la misma forma, ni su historial personal es el mismo. Ni, desde luego, sus condicionantes psicológicos.

La inteligencia emocional también correlaciona de manera positiva con el nivel de autoestima en cualquiera de las etapas de la vida. Cuanto más capaces seamos de gestionar nuestras emociones y las de los demás mayor será nuestra autoestima. Si estás interesado en aprender a gestionar tus emociones y las de los demás seguro que te interesa este curso de inteligencia emocional que imparto online: INFORMACIÓN SOBRE EL CURSO, ¡RESERVA TU PLAZA!

Qué son las habilidades sociales

Existen tantas definiciones de habilidades sociales como autores se han acercado a su estudio. El siguiente listado de definiciones de habilidades sociales se ordena siguiendo un orden cronológico y nos da debida cuenta de qué podemos entender por habilidades sociales.

  • “La capacidad compleja de emitir conductas que son reforzadas positiva o negativamente, y de no emitir conductas que son castigadas o extinguidas por los demás” (Libet y Lewinsohn, 1973, p. 304)
  • “… capacidad de jugar el rol, es decir, de cumplir fielmente con las expectativas que los otros tienen respecto a mí como ocupante de un estatus en la situación dada” (Secord y Backman, 1976, p. 407).ramo de margaritas
  • Philips (1978), “… la medida en que una persona puede comunicarse con otros de una manera que asegure los propios derechos, requerimientos, satisfacciones u obligaciones, en un grado razonable, sin afectar a los derechos similares de las otras personas” (p. 13).
  • “Un conjunto de conductas identificables, aprendidas que emplean los reforzamientos de su ambiente” (Kelly, 1982, p. 3).
  • Blanco (1982), “… es la capacidad que el individuo posee de percibir, entender, descifrar y responder a los estímulos sociales en general, especialmente a aquellos que provienen del comportamiento de los demás” (p. 568).
  • “La capacidad compleja para emitir conductas o patrones de respuesta que maximicen la influencia interpersonal y la resistencia a la influencia social no deseada (efectividad en los objetivos) mientras que al mismo tiempo maximizan las ganancias y minimizan las perdidas en la relación con otras personas (efectividad en la relación) y mantiene la propia integridad y sentido de dominio (efectividad en el respeto a uno mismo)” (Linehan, 1984, p.153).
  • “La conducta socialmente habilidosa es ese conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal que expresa los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones, o derechos de ese individuo de un modo adecuado a la situación, respetando esas conductas en los demás, y que generalmente resuelven los problemas inmediatos de la situación mientras minimiza la probabilidad de futuros problemas” (Caballo, 1986).
  • Según Furnham (1992) las habilidades sociales son “… las capacidades o aptitudes empleadas por un individuo cuando interactúa con otras personas en un nivel interpersonal” (p. 215).
  • García Sáiz y Gil (1995), por su parte, dicen “… comportamientos aprendidos que se manifiestan en situaciones de interacción social, orientados a la obtención de distintos objetivos, para lo cual han de adecuarse a las exigencias situacionales” (p. 50).
  • “La habilidad social es la capacidad de ejecutar aquellas conductas aprendidas que cubren nuestras necesidades de comunicación interpersonal y/o responden a las exigencias y demandas de las sociales de forma efectiva, o si se prefiere, es una clase de respuestas pertinentes para desempeñar con eficacia las siguientes funciones:
      • Conseguir reforzadores en situaciones de interacción social.
      • Mantener o mejorar la relación con otra persona en la interacción interpersonal.
      • Impedir el bloqueo del refuerzo social o mediado socialmente.
  • Mantener la autoestima y disminuir el estrés asociado a situaciones interpersonales conflictivas” (León Rubio y Medina Anzano, 1998, p.p. 15).
  • Para Monjas (1999), las habilidades sociales son: “… las conductas o destrezas sociales específicas requeridas para ejecutar competentemente una tarea de índole interpersonal. Implica un conjunto de comportamientos adquiridos y aprendidos y no un rasgo de personalidad. Son un conjunto de comportamientos interpersonales complejos que se ponen en juego en la interacción con otras personas” (p. 28).

Señalar, también, que los diversos componentes de la conducta habilidosa se encuadran de manera integrada en tres sistemas de respuesta. La combinación adecuada de estos tres componentes da como resultado una habilidad social determinada (Gil, León y Jarama, 1995).

  • Componentes conductuales: conductas concretas que implican, a su vez, elementos no verbales, paralingüísticos y verbales.
  • Componentes cognitivos: percepción, atribución o interpretación del significado de las distintas situaciones de interacción social.
  • Componentes fisiológicos: elementos afectivos y emotivos y sus correlatos psicofisiológicos: ansiedad, ritmo cardíaco, etc.

Para concluir, podemos extraer de las diferentes definiciones que las habilidades sociales son conductas manifiestas, observables, que se muestran en situaciones de interacción social. Tales capacidades pueden enseñarse y/o mejorarse a través del aprendizaje, ya sea de incidental o como consecuencia de un entrenamiento específico. Están orientadas a la obtención de determinados objetivos o refuerzos. Estos refuerzos pueden proceder del ambiente o de uno mismo (autorrefuerzo). También debemos tener en cuenta que son respuestas específicas a situaciones específicas. Para que una conducta sea socialmente eficaz, deben tenerse en cuenta las variables contextuales y las características del sujeto que las emite.

Así mismo, Michelson, Sugai, Wood, y Kazdin (1983), plantean una definición de la que podemos extraer las siguientes características de las habilidades sociales: son adquiridas, principalmente, a través del aprendizaje; incluyen comportamientos verbales y no verbales, específicos y discretos; suponen iniciativas y respuestas efectivas y apropiadas; fomentan el refuerzo social; son intrínsecamente recíprocas; están influenciadas por variables contextuales y las características del sujeto; y cualquier anomalía en ellas puede ser especificada y objetivada para poder intervenir.

10 Aspectos a tener en cuenta a la hora de elegir un juego

El criterio fundamental e ineludible en la selección de los juegos infantiles es que debe tratarse de un juego que, cumpliendo con la característica esencial que define la actividad lúdica, haga que el niño se entregue a él con espontaneidad y entusiasmo.

Se pueden seleccionar los juegos en función de:

  1. El momento evolutivo. Los tipos de juegos propios de la edad de los niños que serán siempre consecuencia de su desarrollo. El juego de los niños evoluciona según su desarrollo, apareciendo intereses lúdicos distinto conforme cambia la edad.
  2. Los objetivos que se quieran alcanzar.
  3. El momento del día en el que se va a desarrollar el juego. Hay momentos del día en los que los niños están cansados y es más oportuno actividades lúdicas que no supongan mucho esfuerzo, por ejemplo, la tarde después de la jornada matinal escolar.juego de palabras
  4. El contexto. Algunos jugos precisan de un espacio grande y abierto sin el cual resultarían un fracaso, como es el caso de muchos juegos de pelota.
  5. El contexto sociocultural. Es importante a la hora de seleccionar juegos para los niños, tener en cuenta la existencia de juegos tradicionales que transmiten costumbres, valores, vocabulario etc. propios de la cultura. Es muy interesante que el adulto potencie el intercambio de juegos tradicionales de diferentes culturas, que es una manera de educar en la interculturalidad.
  6. Los ritmos de aprendizaje.
  7. El tiempo previsto para el juego. Es imprescindible saber y hacer saber a los niños los momentos de juego reservados a los diferentes tipos de juego a lo largo de la jornada.
  8. El número de jugadores puesto que hay juegos para jugar en grupo grande, pequeño, por parejas o individualmente.
  9. Los recursos materiales con los que se cuenta: hay muchos juegos que no precisan material específico pero los hay que no se pueden desarrollar sin un material concreto. Por lo tanto el material con que contemos va a estar condicionando los juegos que podamos seleccionar.
  10. En función de los valores que transmiten: otro criterio fundamental a la hora de seleccionar juegos es el que enlaza con la educación en valores. Hay que tratar de no sugerir a los niños aquellas actividades lúdicas donde se utilizan los estereotipos sexistas basados en la discriminación por género, las que estimulan la agresividad, las que estimulan el consumismo y las que fomentan la competitividad excesiva.
  •  Virginia Romero, Montse Gómez (2003): “Metodología del Juego”. Editorial Altamar, Barcelona.

4 Habilidades básicas para hacer amigos en el colegio

nina tras hoja rojaComo expone Díaz-Aguado (1996), para hacerse amigos desde el comienzo de la escuela primaria el niño debe manejar cuatro habilidades básicas:

1. Llevarse bien al mismo tiempo con adultos y con iguales. Los niños más aceptados por sus compañeros consiguen hacer compatible su relación con tareas y profesores con la solidaridad hacia sus compañeros.

2. Colaborar e intercambiar el estatus. Las relaciones simétricas (entre iguales) conllevan la continua renegociación de papeles asimétricos (quién controla o dirige a quién en cada momento). Esta situación supone incertidumbre y causa ansiedad al niño rechazado. Los niños que tratan continuamente de controlar, de dirigir a otros niños, suelen ser rechazados por sus iguales. Estos niños suelen tener dificultades para colaborar, no piden información a sus compañeros y tratan con frecuencia de llamar la atención sobre sí mismos, en lugar de centrarse en la tarea. La capacidad para colaborar intercambiando los papeles de quien manda y quien obedece se adquiere sobre todo entre compañeros que se consideran mutuamente amigos. De ahí la importancia que tiene conseguir que todos los niños tengan al menos un buen amigo entre sus compañeros, con el que desarrollar estas importantes habilidades sociales.

3. Expresar aceptación: el papel de la simpatía. Los niños que más refuerzan a sus compañeros, suelen ser los que más refuerzos reciben. Esta simpatía recíproca hace que al niño le guste estar con sus compañeros y pueda desarrollar su inteligencia social y emocional. Por el contrario, los niños que son rechazados por sus compañeros suelen expresar con frecuencia conductas negativas hacia ellos y recibir conductas similares de los otros niños. Esta antipatía recíproca suele provocar una escalada que hace que las conductas negativas aumenten con el paso del tiempo.

4. Repartir el protagonismo y la atención. Uno de los bienes más valorados en las situaciones sociales es la atención de los demás. Comprenderlo y aprender a repartirla de manera ajustada es una de las más sutiles habilidades sociales. Cuando un niño trata de entrar en un grupo ya formado podemos observar que:

  • Los niños más aceptados por sus compañeros suelen adaptar su comportamiento a lo que el grupo está haciendo sin tratar de acaparar la atención de los demás ni interferir con lo que hacen, comunicándose con ellos de forma clara y oportuna.
  • Los niños que suelen ser rechazados, por el contrario, manifiestan menos interés hacia los otros niños, suelen hacer comentarios irrelevantes, expresan frecuentemente desacuerdo, suelen ser ignorados por el grupo, e intentan llamar la atención sobre sí mismos.

 

La escuela: un lugar donde fomentar las habilidades sociales

Niña bocaEl contexto de la educación primaria es el marco de socialización principal fuera de la familia. Es en el colegio donde los niños y niñas adquieren diversas competencias tanto intelectuales como sociales y afectivas. Las relaciones afectivas, sociales e interactivas que se producen en la escuela son de una naturaleza especial, puesto que la escuela es una institución reconocida oficialmente como educadora y formadora de niños y niñas, y su función es socializarlos; es decir, dotar al niño de una serie de habilidades, actitudes e intereses para que su inserción en la sociedad sea exitosa. (Rodrigo, 1999; Sadurní, 2003).

Por lo general en la escuela se tienden a reforzar conductas asertivas e incluso inhibidas, y a perseguir y castigar las conductas agresivas y/o disruptivas.

“Nos interesa destacar que aunque sean las manifestaciones conductuales más llamativas – conductas disruptivas, agresiones, etc.-las que con más frecuencia han reclamado la atención de los educadores, no podemos olvidarnos de aquellos alumnos con fenómenos conductuales más situados en la esfera del temor y la inhibición, ya que la escuela debe dar respuesta a todas lasmanifestaciones de los déficits en habilidades sociales, y no sólo a aquéllas que causan dificultades en la convivencia escolar y en el clima de la clase” (Jiménez, 1994, p. 21). El interés en incluir las habilidades sociales en los procesos curriculares académicos es reciente. En el artículo 6 de la LOE (2006), se define el currículo como “… el conjunto de objetivos, competencias básicas, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación”.

También en artículo 16.2, dentro del Capítulo II dedicado a la Educación Primaria podemos leer: “ La finalidad de la educación primaria a todos los niños y niñas una educación que permita afianzar su desarrollo personal y su propio bienestar, adquirir las habilidades culturales básicas relativas a la expresión y comprensión oral, a la lectura, a la escritura y al cálculo, así como desarrollar las habilidades sociales, los hábitos de trabajo y estudio, el sentido artístico, la creatividad y la afectividad.” El aumento del interés por el fomento de las habilidades sociales puede deberse a varios factores:

  • En primer lugar, existe una amplia evidencia empírica acerca de la importancia del desarrollo adecuado de habilidades sociales desde edades tempranas. Las investigaciones retrospectivas han encontrado relaciones sólidas entre competencia social en la infancia y adolescencia y el posterior funcionamiento social y psicológico.
  • En segundo lugar, existe una demanda social cada vez más importante para incorporar el desarrollo de habilidades sociales en el marco de la escuela donde los niños y adolescentes muestran una amplia gama de comportamientos disruptivos y antisociales. Estos comportamientos tienen un efecto negativo para el desarrollo de relaciones saludables entre compañeros y para el rendimiento académico satisfactorio.
  • En tercer lugar, la muestra, cada vez mayor, de niños y adolescentes que sufren acoso por parte de sus compañeros con consecuencias, a veces, dramáticas y no saben defenderse ni pedir ayuda.

Para Ovejero (1998), la escuela es el lugar más indicado para realizar programas de competencias y habilidades sociales y da dos razones:

1. El entrenamiento en habilidades sociales es más eficaz cuando se realiza en grupo, dado que los otros compañeros son una importante fuente de aprendizaje, ya sea a través de procesos de imitación o de aprendizaje social, y proporcionan oportunidades únicas para el ejercicio de estas conductas.

2. Los compañeros son una importante fuente de apoyo emocional para estos aprendizajes.

Cómo afecta lo que haga como padre en cómo serán mis hijos

padre con nino en brazos mirando al marSe da una relación clara entre pautas educativas de los padres y ajuste social en la infancia. Variable que junto con la predisposición biológica (temperamento) pronostica directamente el grado de adaptación social posterior (Ato, Galián y Huescar, 2007).

Baumrind (1967,1971) identificó tres estilos educativos básicos:

  • Estilo autoritario: caracterizaba a padres que imponían sus normas sin lugar a la discusión, castigaban severamente las conductas inadecuadas, eran muy exigentes en cuanto a la madurez de sus hijos y dejaban escaso margen para la comunicación y la expresión de afecto.
  • Estilo permisivo: en el otro extremo, los padres exigían poco a sus hijos tanto en cumplimiento de normas como en madurez, y en cambio eran muy afectuosos y tenían un gran nivel de comunicación con ellos.
  • Estilo democrático: estimulaban la madurez de sus hijos, ponían límites y hacían respetar las normas, pero eran comprensivos, afectuosos y fomentaban la comunicación con sus hijos.

Se concluyó que los hijos de padres autoritarios eran obedientes y pasivos, con tendencia a sentirse culpables y deprimidos. Los hijos de padres permisivos eran exigentes y carecían de autocontrol, mientras que los hijos de padres democráticos estaban felices consigo mismos y eran generosos con los demás.

Otros estudios han seguido identificando el estilo democrático con el que conlleva mejores consecuencias para el desarrollo de los niños en diferentes aspectos como la competencia social, la autoestima, la autonomía y la responsabilidad, la autorregulación y el desarrollo moral (Lamborn, Mounts, Steinberg y Dornbusch, 1991; MacCoby y Martin, 1983).

En 1991 Baumrid revisó su clasificación de los estilos educativos y concluyó que existen cuatro tipos de padres:

  • Padres autoritarios: en este estilo de crianza los hijos deben seguir normas estrictas establecidas por los padres. El incumplimiento de dichas normas tiene, por lo general como consecuencia un castigo. Los padres autoritarios no explican el por qué de las normas y sus argumentos suelen ser del tipo: “Porque yo lo digo, y punto”. Estos padres son muy exigentes con sus hijos y no responden a las demandas de estos.
  • Padres democráticos: al igual que los padres autoritarios, los que tienen un estilo de crianza democrática establecen normas y directrices que sus hijos deben seguir. Sin embargo, este estilo de crianza es mucho más democrático. Los padres responden a las demandas de sus hijos y están dispuestos a escuchar sus preguntas. Cuando los niños no cumplen con las expectativas de los padres, estos padres son más afectuosos y comprensivos. Estos padres supervisan y difunden normas claras a sus hijos. Son padres asertivos. Para que sus hijos sean disciplinados recurren más al apoyo que al castigo. Quieren que sus hijos sean asertivos y socialmente habilidosos, que sepan autorregularse y que cooperen.
  • Padres permisivos: también se denominan padres indulgentes. Son muy poco exigentes con sus hijos. No imponen normas debido a las bajas expectativas sobre sus hijos en cuanto a madurez y autocontrol. Estos padres adoptan a menudo el rol de amigo. Suelen ser comunicativos y evitan la confrontación.
  • Padres no implicados: se caracterizan por ser poco exigentes, no poner límites y ser poco comunicativos. Satisfacen las necesidades básicas del niño pero no se implica en su educación. En casos extremos, estos padres pueden incluso descuidar las necesidades de sus hijos.

En cuanto a las consecuencias de este último estilo educativo incluido por Baumrid, podemos decir que estos niños suelen carecer de autocontrol, tienen baja autoestima y son menos competentes que sus compañeros.

 

 

La familia como agente de socialización

  Conceptualmente la familia se define como un grupo primario unido fundamentalmente por vínculos consanguíneos y de afecto. Es considerada también como una institución básica y fundamental de la sociedad, orientada y organizada para responder y satisfacer los requerimientos de sus miembros, vinculándolos con el mundo social, posibilitando así la internalización, recreación y perpetuación de la cultura por medio del proceso de socialización.

La familia es un sistema fundamental para el desarrollo de los niños y adolescentes, sin olvidarnos de los grupos de iguales y la escuela como importantes agentes de socialización. Es en la familia donde se encuentran los primeros individuos que juegan un papel importante en el desarrollo social del niño y la niña. Los progenitores guían directa o indirectamente a sus hijos a adquirir las primeras habilidades que le serán de utilidad para relacionarse con los demás.

“La familia proporciona lo que consideramos condiciones óptimas para el desarrollo de la personalidad de los individuos jóvenes, por lo que se puede y se debe familia de patosdecir que la familia conyugal, no tanto la parentela, tiene entre otras funciones la de ser un buen instrumento para la transmitir las tradiciones, costumbre, usos y convicciones de una sociedad, a los recién nacidos y a las generación más jóvenes” (González, 1987, p. 53).

La influencia de las relaciones familiares son determinantes para el futuro desarrollo del niño y del adolescente. El estilo educativo de los padres, sus actitudes ante la vida, las mismas relaciones de los progenitores entre ellos, y su concepto de cómo deben ser educados los hijos, modulan el desarrollo efectivo y social del niño y del adolescente.

Desarrollo social en la infancia y la adolescencia

El desarrollo social es un proceso de adquisición progresivo de conductas, hábitos, normas y reglas, y actitudes sociales por parte de los miembros de la sociedad con el fin de integrarse en ella.

Las habilidades sociales juegan un papel importante en el desarrollo óptimo de la socialización en la infancia y la adolescencia y permiten mejorar las formas de relacionarse y lograr una satisfactoria socialización.

“Desde la más temprana infancia los niños, adolescentes y jóvenes adquieren el orden social imperante en el seno de su sociedad a través del Proceso de Socialización; proceso por cuyo medio a la persona se le enseña a interiorizar, en el transcurso de su vida, los elementos socioculturales de su medio ambiente, a que los integre a la estructura de su personalidad bajo la influencia de adolescenes con monopatin al atardecerexperiencias y de agentes sociales significativos y a que se adapte así a su entorno social, en cuyo seno debe vivir. La primera infancia es el periodo más intenso de sociabilización, aunque este proceso continúa a lo largo de toda la vida del individuo” (González y Bueno, 2004, pp. 347-348).

Podemos diferenciar tres procesos básicos de socialización:

  • Adquisición de conductas prosociales. Este proceso implica la interiorización progresiva de creencias, normas y valores propios de la cultura de referencia y constituye el desarrollo de la ética social.
  • Adquisición de conocimientos y habilidades sociales para lo que se hace necesario un correcto desarrollo cognitivo-social.
  • Adquisición de actitudes de sociabilidad, como fruto del desarrollo afectivo-social.

 

¿Cómo ayudar a tu hijo ante la llegada de un nuevo hermano?

El nacimiento de un hermano es un suceso muy importante en la vida de un niño que genera un cúmulo de sentimientos de todo tipo, pero no solo en los niños, sino en toda la familia.

  • La mayoría de los niños se alegran y lo celebran,
  • Pero también es normal que sientan celos.

Los celos, como el resto de las emociones, tienen una función adaptativa y por eso han llegado hasta nuestros días. Los niños necesitan la atención y los cuidados de los adultos para sobrevivir y cuando ven que esta atención y cuidados peligran se activa el repertorio conductual de los celos para decirles a los padres: “Eh, que estoy aquí”. Es una reacción lógica y normal.

Los niños con celos muestran una curiosa mezcla de conductas. Se comportan como un bebé más pequeño para inspirar compasión, pero también les gusta comportarse como unNina con embarazada niño más grande para demostrar que son mejores que el pequeño. Tratan a sus padres  con una mezcla de cariño casi pegajoso y hostilidad. Puede tener rabietas y accesos de ira. Muestran hacia el hermanito un cariño exagerado, pero que bordea la agresión, como cuando le abrazan tan fuerte que casi le ahogan. Intentan a veces golpearle, o con más frecuencia ridiculizarle (“es un llorón”, “se hace caca encima”).

Los niños, aunque sean muy pequeños, quieren colaborar en el cuidado de sus hermanitos.

Pero los adultos solemos frustrar estos intentos por considerarlo peligroso.

A veces, lo hacemos de manera poco conveniente, provocando que el niño mayor se sienta confundido y no llegue a comprender por qué no puede hacer cosas que los demás si llevan a cabo.

Para evitar que el niño se sienta desplazado, se le puede invitar a colaborar en el cuidado del bebé.

En lugar de decirle: “No te acerques a la cuna del bebé”, “Al bebé no se le toca”. Podemos solicitar su colaboración con frases del estilo: “Si oyes llorar a tu hermanito, avísame corriendo e iremos los dos a consolarlo”.

Los padres,  abuelos y demás adultos deben abstenerse de decir al niño que tiene que querer mucho a su hermanito, pues eso lo hará de manera espontánea.

Para el niño es una contradicción incomprensible que le pidan, por un lado, que quiera mucho a su hermanito, y por otro, que se le mantenga al margen del bebé.

Los celos entre hermanos son totalmente normales, y es absurdo (y muchas veces contraproducente) pretender negarlos, reprimirlos o erradicarlos. Tampoco debemos pronosticar que tendrá celos del bebé y relacionar cualquier problema con esta “profecía”.

  • Ampudia, M.; (2010). Con la mejor intención: Cuentos para comprender lo que sienten los niños. Barcelona: Herder Editorial, S.L.
  • Gonzalez, C.; (2006). Bésame mucho: Cómo criar a tus hijos con amor. Madrid: Ediciones Planeta.

Entrevista a Mónica Manrique en Ràdio 9-Rtvv: “Una madre se pone en huelga doméstica para que sus hijas ayuden en casa”

Ayer por la tarde se pusieron en contacto conmigo desde Ràdio 9-Rtvv para comentar una noticia en directo:

Una madre se pone en “huelga doméstica” para que sus hijas ayuden en casa.

  • Dejó de poner lavadoras, limpiar platos, recoger toallas o preparar comida para llevar para que las niñas se dieran cuenta de que debían colaborar en las tareas del hogar.
  • Seis días duró el experimento hasta que al final las jóvenes de 13 y 10 años reaccionaron.

 

La iniciativa de la madre me parece buenísima, no podemos pretender que las cosas cambien haciendo siempre lo mismo.

Esta madre, con su huelga, ha movilizado la motivación intrínseca de sus hijas. La motivación por limpiar y recoger ha salido de ellas mismas, cuando han visto la necesidad de hacerlo. Motivar con premios y castigos solo resulta eficaz cuando el adulto está delante, y a veces ni eso.

Es peligroso sobreproteger a los hijos haciendo las cosas por ellos, porque les impedimos que desarrollen sus recursos y capacidades.

Antes de llevar a cabo una empresa como esta, es conveniente medir bien las fuerzas. Porque una vez que empiezas hay que ir hasta el final.

Esta madre con su esfuerzo ha hecho mucho por sus hijas.

Puedes escuchar la entrevista pinchando aquí a partir del minuto 37 y 37 segundos.