“Sólo quien ha tenido miedo puede ser valiente; lo demás es inconsciencia.” G. Nardone
Archivo por meses: junio 2012
Qué NO hacer con la tristeza
Dos errores típicos a la hora de gestionar la tristeza:
- Dejar de hacer actividades que habitualmente nos nutren, como ver a los amigos y a los miembros de la familia que podrían ser un apoyo real para nosotros.
- Enfrentamos al agotamiento esforzándonos más, pero lo que conseguimos es que éste se haga más intenso.
Cuando la depresión empieza a apoderarse de nosotros reaccionamos haciendo lo posible por quitarnos de encima nuestros sentimientos, ya sea reprimiéndolos o pensando para intentar encontrar un modo de salir de ese estado de ánimo. En este proceso, desenterramos penas del pasado (tristeza, culpa, vergüenza) y hacemos aflorar preocupaciones con relación al futuro (ansiedad). Mentalmente, probamos con esta o aquella solución sin sacar nada en claro y lo que conseguimos es frustración, e ira contra nosotros mismos por no ser capaces de liberarnos de esa tristeza tan incapacitante.
Paradógicamente, los esfuerzos que realizamos habitualmente para salir de este estado de ánimo, lejos de liberarnos, nos mantiene atrapados en el dolor del que estamos intentando escapar.
Por raro que pueda parecer, la ciencia ha demostrado que está bien dejar de intentar solucionar el problema de sentirse mal.
M. Williams, J. Teasdale, Z. Segal, J. Kabat-Zinn (2010): “Vencer la depresión” . Ed: Paidós. Madrid.Cita
“Quien se defiende agrediendo para no ser agredido, acaba por convertirse en el verdadero agresor.” G. Nardone
Cómo gestionar nuestra ira y la de nuestros hijos
“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.”
Aristóteles, Ética a Nicómaco.
La ira se genera cuando tenemos la sensación de haber sido perjudicados o tratados injustamente (engañados, manipulados, traicionados, heridos…). También sentimos ira cuando un obstáculo se interpone entre nosotros y nuestros objetivos.
Esta emoción nos avisa de que algo debe cambiar, motiva a detener aquello que nos causa malestar. Disminuye el miedo y aporta la energía necesaria para actuar. Se trata de una emoción potencialmente peligrosa porque nos impide pensar con claridad y hace que actuemos de manera hostil y agresiva.
Cómo gestionar nuestra ira.
- No dejar acumular lo que nos molesta sin expresarlo y sin pedir cambios.
- El afrontamiento de la ira debe ir en la dirección de ver las cosas de forma diferente. Adoptar el punto de vista del otro hará que le comprendamos mejor y nos enfademos menos.
- Nunca responderemos con la misma moneda (la ira provoca más ira y cierra las posibilidades de comunicación). En cuanto notemos las primeras señales de que podemos perder el control lo mejor será apartarnos de quien nos está enfadando.
- No darle vueltas y vueltas a lo que nos causa rabia porque nuestra ira crecerá.
- Cuidado con el desahogo gratuito, el maltrato psicológico o físico, las humillaciones, los insultos… Las consecuencias son muy graves.
- Debemos resolver los problemas cuando estemos tranquilos y esté tranquilo también el otro para evitar una escalada de violencia.
- Piensa que si pierdes el control, después te arrepentirás y te sentirás culpable.
- Cuida tu descanso.
Cómo manejar la ira de nuestros hijos.
- Es fundamental ser un buen ejemplo en la expresión y manejo de las emociones.
- Nunca ceder a los deseos del niño después de un episodio de rabieta descontrolada, porque si no, pensará que esa es la manera de conseguir lo que pide.
- No es aconsejable satisfacer todos los deseos del niño. Debe experimentar la frustración para poder aprender a manejarla. Adquiriendo más resistencia a la frustración tendrá menos rabia.
- No se deben pasar por alto las agresiones. Si el niño es pequeño usaremos el tiempo fuera: le retiraremos de la escena de juego después de mostrar nuestro disgusto. Si el niño es mayor tenemos que dialogar con él.
- Darle alternativas para actuar ante las injusticias: pedir ayuda, expresar verbalmente el malestar, distraerse…