Las consecuencias de perder el control

cara de hombre echando humoEs importante limitar al máximo los conflictos familiares -entre los padres, entre los hijos y entre padres e hijos-, tanto en intensidad como en frecuencia. Si son persistentes o muy intensos, pueden afectar de manera negativa a la calidad de las relaciones familiares. Si cuando discutimos con los hijos o con la pareja, nos dejamos llevar por la ira, sucede que:

  • En vez de centrar la atención en el otro sobre la conducta que nos molesta o preocupa, contribuiremos a hacer que se inhiba (aguantar el chaparrón) o que fije la atención en nuestros insultos, reproches, amenazas…
  • Nuestro hijo o nuestra pareja estará también disgustado, y quizás reaccione con provocaciones verbales (“Así que piensas eso de mí; pues me voy a marchar de casa”, “A ver si tienes narices”) o no verbales (se marcha dando un portazo).
  • Eso nos generará más irritación, y quizás castiguemos a nuestro hijo o dejemos explotar nuestra rabia con él (gritando por la escalera que no hace falta que vuelva, tirando algo contra la puerta…) También puede ser que no hagamos nada, y nos limitemos a acumular rabia.
  • Entonces, tanto nosotros como nuestros hijos acumularemos rabia y nos distanciaremos los unos de los otros. Si eso pasa a menudo y/o las discusiones son muy intensas, sucede que:

– Los vínculos familiares se debilitan.

– La comunicación se deteriora.

– Dejamos de ser referentes para nuestros hijos (¿quién quiere parecerse a alguien o cooperar con alguien con quien no tiene un buen vínculo?).

– Perderemos la capacidad de influencia y de acompañamiento sobre nuestros hijos cuando estos tengan problemas.

Texto cedido por el IMFEF.


11 pautas infalibles para fomentar la autoestima en los niños y los adolescentes

nina con confeti 11. Elogiar.

  • Los elogios deben ser concretos, sinceros y en el mismo momento en el que el niño haga algo bien.
  • Lo que importa es que los padres se concentren en las cosas positivas que hacen sus hijos, no en las cosas negativas.
  • Se debe reforzar más el esfuerzo que el resultado final.
  • Es mejor utilizar mensajes yo.
    • “Has hecho un dibujo muy bonito.”
    • “Me encanta tu dibujo.”

2. No pedir perfección.

  • Nadie es perfecto, y los padres no deberían esperar que sus hijos lo sean.
  • Los niños necesitan saber que sus padres los aceptarán tal y como son, con fallos y todo.

3.Escucharles y responderles.

4. Proporcionarles normas claras que sean estables en el tiempo y coherentes.

5. Se debe criticar la conducta, no al niño.

  • “Eres un inútil”.
  • “Esto que has hecho no está bien.”
  • Además es necesario enseñarles una manera alternativa de hacer las cosas.
    • “No empujes la comida con el dedo.”
    • “Empuja la comida con el pan.”

6. Tratar a sus hijos con respeto. Muchas veces tratamos con más respeto a las personas desconocidas que a los que tenemos más cerca, entre ellos, nuestros hijos.

7. Estimularles a que tomen decisiones por sí mismos.

8. Darles responsabilidades en función de su edad.

9. Darles la oportunidad de resolver problemas y de fracasar.

10. Fomentar sus intereses y habilidades.

11. Ser un bueno modelo en la gestión de emociones y enseñarles a gestionar las suyas. Este es un punto importante y difícil. Si eres madre/padre o profesional de la educación tal vez te interese el curso Inteligencia Emocional que imparto online. Puedes obtener información aquí:

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¿Qué NO debemos hacer si queremos fortalecer la autoestima de nuestr@s hij@s?

  • nina con serpentinaGeneralizar: siempre, nunca, todo, nada, jamás…
  • Etiquetar: “que torpe eres” “inútil” “desastre”. Actúa como una profecía autocumplida.
  • Lenguaje peyorativo: ironías, ridiculizaciones y humillaciones.
    • “Cállate, eres el último mono de esta casa.”
    • “Eres igual de cabezota que tu madre.”
  • Atención selectiva a lo negativo: fijarnos sólo en lo que ha hecho mal.
  • Amenazar: “como no recojas se lo digo a tu padre”, es diferente a las normas.
  • Chantaje emocional: “Así quieres a tu madre…con lo que yo he sacrificado por ti” Esto les hace sentir culpables. No les podemos responsabilizar de nuestras emociones.
  • Anticipaciones negativas: ir de adivinos. “Ya sabía yo que esto tenía que pasar” “Seguro que suspendes”.
  • Catastrofismo: “Algún día tenemos un disgusto” Les hace sentir que no confiamos en ellos y les transmitimos miedos e inseguridades.
  • No sobreproteger y no dejarles actuar solos. Los niños necesitan más tiempo que nosotros para hacer las cosas. Muchas veces los padres caen en el error de decirles constantemente cómo deben actuar y están pendientes para corregirles sin darles tiempo para que ellos solucionen sus tareas.
  • Compararles con sus hermanos o con otros niños. El niño pensará que le quieren más a su hermano porque es mejor. Esto aumenta los celos.
    • “Eres un patoso. ¿No puedes subir la escalera como tu hermano? ¿No ves que él no se cae?”
    • Será mejor decirle: “Ayer te agarraste a la barandilla y no tropezaste. ¿Por qué no lo haces así hoy”.
  • Indiferencia. Si se habla del niño a otras personas, conviene implicarle en la conversación para que no se sienta ignorado y sepa que su opinión sobre si mismo también interesa.
  • Exigirle demasiado para su edad. Si le exigimos más de lo que puede hacer, probablemente se desanimará.
  • No presionarles para que se muestren como no son:
    • “Cuando vayas al colegio no digas… ni hagas…”
    • “No pongas esa cara que van a pensar que eres tonto.

El halcón y la vieja

halconEra una vez una señora muy respetable acostumbrada al trato con pájaros. Sólo que los únicos pájaros que conocía eran las palomas.

Un día un halcón se  posó en su ventana. Ella lo observó y dijo: “Pero, qué pájaro desaliñado. ¡Qué desastre, es una vergüenza!…”.

Tomó al halcón por la fuerza y con sus tijeras de podar le cortó las alas, excesivamente grandes, según ella. Con una tenaza le rebanó el pico, demasiado torcido, según le habían enseñado. Y, por último, le limó las garras, amenazadoramente fuertes y pensó, comparándolas con las de los únicos pájaros que conocía.

Luego volvió a mirar al halcón mutilado y moviendo la cabeza  con una sonrisa dijo: “Ahora sí, pareces un pájaro decente”.

Madrid, J. y Henche, I. (2008): “Cuentos e historias para la educación sexual”, en Loizaga, F. (2008): Nuevas técnicas didácticas en Educación Sexual. Madrid: McGraw-Hill.

¿En qué notamos que nuestr@ hij@ tiene una baja autoestima?

  • nina blanco y negro mirando al sueloExpresan sus pensamientos de forma negativa y en términos de nunca, todo, siempre, nadie, etc.: “Nunca hago nada bien”, “siempre saco malas notas”, “nadie quiere ser mi amigo”.
  • Piensan y se dicen cosas como: “No sirvo para nada”, “soy un desastre”.
  • Se dejan influir por los demás.
  • Piensan que para que les quieran deben ser los mejores y los primeros en todo, lo que aumenta su nivel de autoexigencia.
  • Piensan que los errores son una tragedia y no se lo permiten.
  • Confían poco en sí mismos, se sienten inseguros.
  • Tienen un gran sentido del ridículo.
  • Temen estar en contacto con otros niños por lo que puedan pensar de ellos.
  • Tienen miedo a equivocarse.
  • Están tristes. No encuentran nada que les motive y se ilusionan con pocas cosas.
  • Si no consiguen ser los mejores se frustran de manera desproporcionada.
  • Por muy bien que hagan las cosas no están contentos con los resultados.
  • No valoran sus capacidades.
  • Tienen una actitud de rechazo a lo que proponen los demás.
  • Aunque pueda parecer que estos niños están muy seguros, detrás de la agresividad suele haber frustración. No saben cómo controlarse ante los ataques de ira.
  • Buscan constantemente llamar la atención para conseguir la aprobación de los demás. Interrumpen para que les presten atención.
  • Son inhibidos y poco sociables.
  • Muestran una actitud agresiva.
  • Se quejan y critican constantemente.
  • Aunque tienen capacidades suficientes no arriesgan, no hacen nada nuevo por si les sale mal.
  • Les cuesta solucionar los diferentes problemas con los que se encuentran, ya que son desafíos nuevos y se bloquean ante ellos.

¿Qué nos indica que nuestr@ hij@ tiene una alta autoestima?

  • ninos y adolescentes patinando en la playaTiene pensamientos positivos y optimistas: “He sido capaz”, “Se que puedo hacerlo”.
  • Para él, el éxito es el resultado de sus habilidades y su esfuerzo. No debido al azar o a otros factores externos.
  • Busca soluciones activas a los problemas, no se queda parado ante ellos sin saber qué hacer.
  • Interpreta los errores como una oportunidad para aprender.
  • Sabe tomar decisiones y se hace responsable de sus actos.
  • Tiene un alto nivel de autocontrol; es decir, es capaz de controlarse ante diferentes impulsos, como la agresividad y la ira.
  • Se siente orgulloso de sus éxitos.
  • Se entusiasma con las actividades nuevas.
  • Está contento, lleno de energía.
  • Cuando se equivoca, es capaz de asumir sus errores, reconocerlos y solucionarlos sin caer en el sentimiento de culpa.
  • Muestra una actitud de confianza hacia sí mismo.
  • Actúa de forma independiente y autónoma y realiza actividades por iniciativa propia.
  • Acepta a los demás tal como son y hace amigos fácilmente.
  • Es capaz de saber cuáles son las necesidades de otros niños y de ayudarles.
  • Es capaz de tomar decisiones por sí mismo; puede no estar de acuerdo con las que tomen los otros pero no utiliza la agresividad.
  • Es cooperativo y se adapta a las reglas del juego, siempre que sean justas.
  • Es creativo y le gusta enfrentarse a nuevas tareas, aunque para ello tenga que asumir riesgos.
  • Es capaz de conseguir las metas que se propone.

Cómo sacar partido al ocio y tiempo libre con nuestros hij@s

volando en tiovivoNormalmente, los padres prestamos más atención a los aspectos más formales de la educación (alimentación, estudio, higiene, sueño, salud), pero deberíamos poner el mismo interés en formar a nuestros hijos para el desarrollo de actividades de ocio saludables y gratificantes. Para ello, tenemos varios medios:

1. Ser modelos para el ocio de los hijos

Si nuestros hijos nos ven hacer deporte, salir con amigos, leer…, es posible, aunque no sea seguro, que puedan aficionarse a ésta u otras actividades. Por el contrario, si nuestro tiempo libre transcurre en torno a la televisión, la casa y la rutina, probablemente adopten estos mismos comportamientos como consecuencia del modelo aprendido para la utilización de su tiempo libre.

2. Practicar actividades de ocio en familia

Nuestro tiempo de ocio, cuando lo compartimos con nuestros hijos, se convierte en un espacio para la educación que nos permitirá contribuir al desarrollo afectivo, intelectual y social de nuestros hijos, además de facilitarles alternativas saludables para que desarrollen sus propias aficiones.

  • Ir al cine, museo, deporte, senderismo, manualidades, cría de animales (en familia), fiestas populares

3.  Educar para el ocio:

  • Respetar la autonomía y libre elección de nuestros hijos sobre gustos y aficiones. Entender que nuestros hijos son distintos; por tanto, podrán diferir en sus gustos, aficiones y entretenimientos.
  • Orientarles y fomentarles sus aptitudes, que podremos reconocer a través de la observación de sus intereses y reacciones de agrado o desagrado ante diferentes alternativas lúdicas.
  • Compatibilizar el ocio individual (Ej: videoconsola) con el compartido, favoreciendo la integración y las relaciones grupales.
  • Identificar las actividades de ocio nocivas y hablar de ello con nuestros hijos.
  • Informarles y estimularles hacia las diversas alternativas de ocio. Es conveniente que conozcamos los recursos de los que dispone el colegio (actividades extraescolares), el barrio o la ciudad (asociaciones, centros culturales, lúdicos y deportivos, grupos scouts) y participar en su potenciación, mejora y consolidación. Establecer lazos comunitarios y promover actividades saludables sirven a nuestros hijos como factores de protección frente al consumo de drogas y otras conductas de riesgo. La falta o escasa información sobre las distintas posibilidades de entretenimiento limitan la capacidad de decidir de nuestros hijos, pudiendo generar en ellos una actitud de apatía y aburrimiento.

(Texto cedido por IMFEF)

La importancia del grupo de amig@s para los adolescentes

grupo de amigos al atardecerLa función del grupo de amigos es ayudar al adolescente a transformar su estructura emocional, proporcionándole libertad y favoreciendo su autonomía. El adolescente se adapta a las reglas del grupo haciéndolas suyas y convirtiéndolas en propias, proceso que le puede suponer tanto la aprobación como el rechazo del grupo, y que va a influir mucho en su autoestima.

La importancia de los amigos para el adolescente responde a su incesante búsqueda de identidad, justo en un momento en el que empieza a diferenciarse de su familia de origen. El vínculo con el grupo le proporcionará seguridad y reconocimiento social, es a la vez un marco afectivo y un medio de acción. De ahí que le sirva para adquirir confianza en sí mismo, ya que le permite encontrar su propia imagen, reconocerse y valorarse, sobre todo al experimentar que sus amigos piensan y sienten como él. Por otra parte, en el grupo puede probar conductas diferentes a las que tiene en la familia, a la vez que empieza a independizarse de sus padres y experimenta una autonomía.

En efecto, el adolescente necesita un espacio fuera del entorno familiar donde resolver sus propios conflictos y consolidar su identidad. A partir de ahora, los amigos serán su “otra familia”, en la que va a desarrollar una nueva identidad sexual, psicológica y social. Recordemos que la cultura adolescente es y funciona como un sistema de valores y creencias cuya forma de expresión y máximo exponente son las tribus urbanas; el adolescente tiende a agruparse con otros que experimentan las mismas necesidades, dudas y frustraciones. El grupo impone a sus miembros valores, héroes, música y vestimentas, e incluso marcas corporales como tatuajes o “piercings” que, en definitiva, significan pertenecer a un determinado grupo, con unas señas de identidad común y propia. En algunas ocasiones, la plena integración pasa por experiencias en cierto modo peligrosas, de manera que el joven, por ejemplo, puede sentirse presionado por los amigos a iniciarse en el consumo de drogas.

Un chico, sin red social, no es nada. Mejor ampliar red social que recortársela. Es mejor integrarle en otras actividades para que amplíe su red social y conozca a gente nueva, que recortársela.

(Texto cedido por el IMFEF)

Cómo ayudarles a tomar buenas decisiones

nina en la orillaNuestros hij@s se van a enfrentar en su adolescencia a numerosas decisiones: elección de optativas, temas de trabajos de clase, actividades extraescolares, elección de parejas o grupo de amigos, invitaciones a consumir alcohol, porros u otras drogas.

Tomar decisiones significa elegir entre distintas alternativas y es una habilidad que puede mejorarse con la práctica. Aunque incluso con ésta, no siempre acertaremos tomando la mejor decisión.

Para ayudarles a tomar buenas decisiones, podemos plantearles los siguientes pasos:

  • Definir el problema y los objetivos.
  • Pensar en muchas alternativas para solucionarlo.
  • Valorar las consecuencias de cada alternativa: ventajas e inconvenientes a corto y a largo plazo. Puede ser interesante realizar una búsqueda activa de información sobre el tema sobre el que queremos decidirnos, y contrastar las consecuencias con el entorno (padres, hermanos, amigos).
  • Elegir la mejor alternativa para mí y llevar la decisión a la práctica.
  • Aceptar la decisión tomada por nuestros hijos.
  • Incrementar en número y en importancia las ocasiones en las que tienen que tomar decisiones.

(Texto cedido por el IMFEF)

¿Cómo ayudarles a manejar situaciones estresantes?

El estrés es una respuesta del organismo ante una situación que es vivida como peligrosa (conflicto, examen, exposición en clase…). Por lo general, actúa de una forma adaptativa, ya que gracias al estrés la persona se activa y su organismo es capaz de responder de una forma más rápida y eficaz. Por ejemplo: Al ver que la sartén prende fuego, se nos acelera el ritmo cardíaco, se incrementa la adrenalina en nuestra sangre, y rápidamente cogemos la tapa de una olla y cubrimos el fuego.

Sin embargo, el estrés actúa en algunas ocasiones de una forma desadaptativa. Cuando estas medidas se mantienen elevadas por tiempos muy prolongados, o cuando estos incrementos se dan con una cierta frecuencia, entonces es cuando puede aparecer el riesgo de quedarnos bloqueados, sufrir enfermedades ojo de nino pensativopsicosomáticas o reaccionar de forma no adecuada o desmedida.

Los estresores ante los que desarrollamos respuestas de estrés pueden ser:

  • Personas (amigo de mi hijo).
  • Lugares (clínica dental).
  • Situaciones (examen, suspensos, atraco, coche a punto de atropellarnos).

Y los efectos que produce pueden ser los siguientes:

  • Fisiológico: Dolor de cabeza, aumento del ritmo cardiaco, molestias gástricas.
  • Psicológico: Pérdida de memoria, depresión, preocupación excesiva, irritabilidad.
  • Conductual: Evitación, arrebatos, discusión.

Algunas estrategias con las que podemos ayudar a nuestros hijos a afrontar las situaciones estresantes son:

  • Buscar válvulas de escape: gimnasio, relajación, pasear, baño de agua caliente, quedar con un amigo y desahogarse o desconectar con él.
  • Preguntarle: ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Y lo mejor?
  • Concentrarse en “estresarse”. Ya que el estrés es una respuesta que vivimos como incontrolable, una manera de controlarlo es concentrarnos en estresarnos lo máximo posible, lo que genera la respuesta contraria, la inhibición del estrés. Por ejemplo: “Concéntrate en tu taquicardia, intenta acelerar el ritmo cardiaco, más, más”.
  • Realizar aproximaciones sucesivas a la situación temida. Por ejemplo: Hacer simulacros de exámenes en casa o ensayos de la exposición oral.
  • Darle mensajes de confianza: “Tú puedes hacerlo”, “Has estudiado mucho; puedes demostrarle al profesor lo que sabes”, “Otras veces te ha salido bien”.
  • Premiarle tras el afrontamiento.

(Texto cedido por el IMFEF)