“El concepto de causalidad lineal, es decir, la idea de que si quiero hallar la solución a un problema antes debo conocer su causa, por más que está superado en la ciencia, sigue usándose habitualmente y desviando a quien desea salir de una situación desagradable.” G. Nardone
Archivo de la etiqueta: Terapia Breve Estratégica
Soluciones que complican las cosas
- En relación con otras personas:
- Intentar llegar a un acuerdo mediante oposición.
- Intentar conseguir sumisión del otro a través de la libre aceptación de éste.
- Exacerbar las sospechas del acusador mediante la autodefensa.
- Atraer la atención de los demás intentado estar solo.
- Pretender enseñar responsabilidad quitándola.
2. En relación conmigo mismo:
- Intentar forzar deliberadamente algo que sólo puede ocurrir de forma espontánea.
- Intentar dominar algo temido evitándolo.
- Intentar dominar algo tentador renunciando a ello.
- Intentar controlar algo haciéndolo más incontrolable.
- Intentar tener un cien por cien de seguridad.
Cómo ayudar a alguien que está triste o deprimido
Sentimos tristeza ante la pérdida de algo que consideramos valioso. Puede tratarse de la muerte de un ser querido, una ruptura sentimental o un despido. Pero también, surge cuando lo que perdemos es la idea que tenemos de nosotros mismos o de los demás, ya sea por humillaciones, derrotas o decepciones.
Es muy importante comprender que todas las emociones son útiles y necesarias.
La tristeza nos motiva a la no acción. Estamos apáticos, sin ganas de nada. Pero, ¿en qué nos ayuda todo esto? Aunque resulte difícil ver la utilidad de la tristeza, esta tiene una doble función:
- Por un lado, nos ayuda a adaptarnos a la nueva situación. Nos obliga a parar, para que podamos darnos cuenta de los recursos con los que contamos de ahora en adelante tras la pérdida.
- Y por otro lado, facilita, a través de la empatía, el apoyo de los demás.
Y tú, ¿Qué haces para ayudar a una persona cuando está triste?
Supongo que llevado por el sentido común y la buena intención le intentarás animar, consolar, alegrar. Para ello puedes:
- Enumerarle una serie de razones por las cuales no debería estar triste: tienes buena salud, hay quien está mucho peor, tienes a gente que te quiere…
- Darle consejos del tipo, disfruta de la vida, sal a divertirte, disfruta de las pequeñas cosas, tienes que ser fuerte, hazlo por tus hijos, tus padres…
- Y también, puedes quitarle importancia y relativizar su situación: no te preocupes, no vale la pena, no es para tanto, hay cosas mucho más importantes…
Bueno, pues si es así, NO LO HAGAS.
Todos estos mensajes pueden ser un gesto de solidaridad, amistad y amor, pero si se convierten en una orden, en una especie de obligación, podrán llevar a la persona a retener, más que a dejar ir, a la tristeza. El mensaje que le transmitimos sería algo así: “No se debe, no puedes, no es normal, no es aceptable estar triste”.
En consecuencia intentará erradicar la tristeza consiguiendo que se intensifique e intentará forzar la alegría haciendo que resulte imposible.
Entonces ya no solo estará triste, sino que también estará triste por estar triste. Lo que en un principio era tan solo una tristeza sana y pasajera se mezcla ahora con sentimientos de fracaso, maldad e ingratitud con respecto a aquellos que le quieren y se esfuerzan tantísimo por ayudarle.
Ya sabemos que no hacer, pero ¿cómo podemos ayudar?
- Con la simple presencia: escuchando, abrazando, estando ahí…
- Aceptando la tristeza de manera natural y haciéndole ver que no es un signo de debilidad.
- Y si la tristeza se ha enquistado, lo más conveniente será hacerle ver la necesidad de acudir a un especialista.
Entrevista a Mónica Manrique en Ràdio 9-Rtvv: “Una madre se pone en huelga doméstica para que sus hijas ayuden en casa”
Ayer por la tarde se pusieron en contacto conmigo desde Ràdio 9-Rtvv para comentar una noticia en directo:
Una madre se pone en “huelga doméstica” para que sus hijas ayuden en casa.
- Dejó de poner lavadoras, limpiar platos, recoger toallas o preparar comida para llevar para que las niñas se dieran cuenta de que debían colaborar en las tareas del hogar.
- Seis días duró el experimento hasta que al final las jóvenes de 13 y 10 años reaccionaron.
La iniciativa de la madre me parece buenísima, no podemos pretender que las cosas cambien haciendo siempre lo mismo.
Esta madre, con su huelga, ha movilizado la motivación intrínseca de sus hijas. La motivación por limpiar y recoger ha salido de ellas mismas, cuando han visto la necesidad de hacerlo. Motivar con premios y castigos solo resulta eficaz cuando el adulto está delante, y a veces ni eso.
Es peligroso sobreproteger a los hijos haciendo las cosas por ellos, porque les impedimos que desarrollen sus recursos y capacidades.
Antes de llevar a cabo una empresa como esta, es conveniente medir bien las fuerzas. Porque una vez que empiezas hay que ir hasta el final.
Esta madre con su esfuerzo ha hecho mucho por sus hijas.
Puedes escuchar la entrevista pinchando aquí a partir del minuto 37 y 37 segundos.
Cita
“Son las soluciones las que conducen a las explicaciones y no las explicaciones las que conducen a las soluciones.” G. Nardone
Cita
“Todo aquello que se cree existe, y solamente esto.” H. von Hofmannsthal
Cita
“La realidad no es lo que nos sucede sino lo que hacemos con lo que nos sucede.” A. Huxley
Cita
“Son nuestras teorías las que condicionan nuestras observaciones.” A. Einstein
Cita
“Cada uno de nosotros vive de autoengaños, lo que marca la diferencia es si éstos consiguen o no hacernos felices. El arte está en reorientar los propios autoengaños hacia la percepción de lo que nos gusta.” G. Nardone
La historia del martillo
Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno. Así pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste el martillo. Pero le asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada; algo se habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo. Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir «buenos días», nuestro hombre le grita furioso: «¡Quédese usted con su martillo, so penco!»
Cuento de Paul Watzlawick.