Soluciones que sólo complican las cosas II: Realizar un esfuerzo por dominar algo temido dejándolo para cuando se esté más preparado para enfrentarlo o para cuando el problema haya perdido fuerza.

Se incluye cuando los problemas se abordan a través de la huida, haciendo como si no pasara nada, o mediante mecanismos de evitación, dando rodeos, eludiendo la responsabilidad… Cuanto más se evita o pospone un problema, más se acrecienta y más difícil y terrorífico resulta enfrentarlo. Aquí el tiempo juega claramente en el equipo contrario. La mayor parte de lo que en psicopatología se conoce como fobias, bloqueo, miedo escénico, miedo a hablar en público, encaja en este denominador común de las soluciones intentadas.

En algunos de estos casos el temor proviene de que los demás puedan llegar a darse cuenta de alguna característica personal que el paciente desea guardar celosamente o algún estado anímico que pretende ocultar. Con este fin se evita y pospone lo temido o el esfuerzo para que no se note lo que se desea mantener oculto es tal, que  interfiere gravemente con la actividad que se quiere desarrollar. Por ejemplo, un orador novato que, con el fin de no mostrar su inexperiencia, se pone tan nervioso y actúa tan torpemente que resalta justo lo que más desea ocultar: su inexperiencia.

Rodriguez-Arias Palomo, J.L.; Venero Celis, M. (2006) Terapia familiar breve: Guía para sistematizar el tratamiento psicoterapéutico.  Madrid: Editorial CCS.

Soluciones que sólo complican las cosas I: Intentar provocar adrede algo que sólo puede ocurrir de manera espontánea.

Pertenecen a este grupo la mayoría de los comportamientos dirigidos desde el sistema nervioso autónomo.

  • la conducta sexual: erección, eyaculación, excitación, orgasmo;
  • el sueño, el funcionamiento intestinal, los temblores, tics, espasmos musculares, el apetito, las respuestas vegetativas…-.
  • los sentimientos- las personas suelen acomodar sus sentimientos espontáneamente a la situación que viven; si los fuerzan los inhiben; si los eluden los provocan-,
  • y los deseos- las personas no pueden obligarse a tener ganas de…; cuanto más lo hacen menos lo consiguen-.

Los pensamientos tienen un estatus un tanto especial: se puede pensar en lo que se quiere y concentrarse en lo que se desea la mayor parte de las veces; pero no es posible obligarse a no pensar en una determinada idea u objeto. Rechazar un pensamiento implica necesariamente tenerlo presente.

La mayoría de las personas experimentan ocasionalmente alguna  de las perturbaciones descritas, que suelen corregirse  espontáneamente en un breve lapso de tiempo. Sin embargo, algunas veces se califican y definen como problema y se toman voluntariamente determinadas medidas para subsanarlas y evitar su reaparición. Estas medidas suelen suponer un esfuerzo  deliberado que, lejos de resolver, acrecienta o cronifica la dificultad convirtiéndola en un auténtico problema que sólo se resuelve cuando se abandonan estos intentos estériles de solución.

A menudo el deprimido se esfuerza en levantar su ánimo y, aunque no lo consigue, suele tener a alguien a su lado que lo anima e incita diciéndole que debería poner algo de su parte, que tiene de todo cuanto pueda desear y que no hay motivo para sentirse así… pero, ¿hay algo más deprimente que estar deprimido sin motivo y cuando se tiene de todo?

Rodriguez-Arias Palomo, J.L.; Venero Celis, M. (2006) Terapia familiar breve: Guía para sistematizar el tratamiento psicoterapéutico.  Madrid: Editorial CCS.

¿Qué es la autoestima?

La autoestima puede ser definida como el sentimiento general de valía personal o el grado en que la persona tiene actitudes favorables hacia sí misma (Rosenberg, 1979). Diversos autores diferencian el autoconcepto, que remite a una dimensión cognitiva y descriptiva del yo (quién soy, cómo me veo a mí mismo/a), de la autoestima, que remite a una dimensión valorativa (que siento respecto a mi modo de ser, en qué medida me valoro) (Harter, 1999; Palacios, 1999). Sin embargo, la mayoría utiliza ambos conceptos indistintamente, sin proporcionar una definición precisa de los mismos (Byrne, 1996). En cualquier caso, son numerosos los autores que plantean que, además de relacionarse con el desarrollo y la felicidad individual, la autoestima/autoconcepto afecta de forma importante a las relaciones interpersonales (Clemes, Bean y Clark, 1991; Elexpuru y Garma, 1992; Hernández, 2002).

Rosenberg, M. (1979). Conceiving the self. Nueva York: Basic Books.
Harter, S. (1999). The construction of the self. A developmental perspective. Nueva York: The Guilford Press.
Palacios, J. (1999). Desarrollo del yo. En F. López, I. Etxebarría, M. J. Fuentes y M. J. Ortiz (Eds.), Desarrollo afectivo y social (pp. 231-245). Madrid: Pirámide.
Byrne, B. M. (1996). Measuring self-concept across the life span: Issues and instrumentation. Washintong: APA.
Clemes, H., Bean, R. y Clark, A. (1991). Cómo desarrollar la autoestima en niños y adolescentes. Madrid: Debate.
Elexpuru, I. y Garma, A. M. (1992). El autoconcepto en la psicología y en la educación. En A. Villa (Ed.), Autoconcepto y Educación. Teoría, medida y práctica pedagógica (pp. 17-24). Vitoria: Gobierno Vasco. Departamento de Educación, Universidades e Investigación.
Hernández, P. (2002). Los moldes de la mente. Más allá de la inteligencia emocional. La Laguna, Tenerife: Tafor.

7 definiciones más de asertividad

Rees y Graham (1991) consideran que el ser asertivo es esencialmente respetarse a sí mismo y a los otros al tener la creencia básica de que las propias opiniones, creencias, pensamientos y sentimientos son tan importantes como los de cualquier persona.

De acuerdo con Rodríguez y Serralde (1991), una persona asertiva se siente libre para manifestarse, expresando en sus palabras lo que siente, piensa y quiere; puede comunicarse con personas de todos los niveles, siendo una comunicación siempre abierta, directa, franca y adecuada; tiene una orientación activa en la vida; va tras de lo que quiere; actúa de un modo que juzga respetable; acepta sus limitaciones alcomprender que no siempre puede ganar; acepta o rechaza en su mundo emocional a las personas; con delicadeza, pero también con firmeza, establece quiénes son sus amigos y quiénes no; se manifiesta emocionalmente libre para expresar sus sentimientos, y evita los dos extremos: por un lado, la represión y, por el otro, la expresión agresiva y destructiva de sus emociones.

Aguilar (1993) emplea el término “conducta afirmativa” para referirse a lo que en otro momento llama “conducta asertiva”, la que define como la habilidad para transmitir los sentimientos, creencias y opiniones propios con honestidad, respeto a sí mismo y oportunidad, y al mismo tiempo respetando los derechos de los demás. Apunta que la conducta afirmativa puede notarse cuando la persona sabe decir “no”, estableciendo límites respetuosamente; se expresa con espontaneidad y respeta las diferencias de opinión; no llega a conclusiones si no tiene información válida; es positiva; trata de expresar sentimientos favorables; escucha tomando un rol activo; conoce las propias necesidades y las transmiten a los demás; busca el momento oportuno para hablar sin dejarlo para después; toma la responsabilidad del propio comportamiento, y sus comportamientos verbales y no verbales son congruentes entre sí.

Flores (1994) define la asertividad como la habilidad verbal para expresar deseos, creencias, necesidades y opiniones, tanto positivas como negativas, así como también para establecer límites de manera directa, honesta y oportuna, respetándose a sí mismo como individuo y durante la interacción social, entendiéndose esta última como: a) las relaciones o situaciones de la vida cotidiana en las que existe una interacción con desconocidos; b) las relaciones afectivas en donde existe una interacción con personas involucradas sentimentalmente –es decir, familia, amigos y pareja–, y c) las relaciones educativo-laborales en las que se interactúa con autoridades y compañeros en un contexto sociocultural determinado. De esta manera, se considera también de importancia el contexto en el que se desenvuelve la persona.

Los orígenes de la palabra “asertividad” se encuentran en el latín asserere o assertum, que significa “afirmar” o “defender”. Robredo (1995) afirma que, en un sentido profundo, la asertividad es la seguridad en uno mismo, la tenacidad ypersistencia; es saber marchar por la vida con paso firme y con la frente en alto, tener el hábito de manifestarse a partir de la autoestima, y afirmar, defender, expresarse y actuar de manera directa, con la responsabilidad y habilidad necesarias para mantener las interacciones sociales.

Elizondo (2000) habla de la asertividad como la habilidad para expresar los pensamientos, sentimientos y percepciones, y elegir cómo reaccionar y sostener los propios derechos cuando es apropiado.

Bishop (2000) añade que ser asertivo significa ser capaz de expresarse con seguridad sin tener que recurrir a comportamientos pasivos, agresivos o manipuladores –lo que supone un autoconocimiento y el control del propio yo real–, y requiere saber escuchar y responder a las necesidades de los otros sin descuidar los propios intereses o principios.

7 definiciones de asertividad

Lazarus (1966), “El aspecto de la libertad emocional que se relaciona con la capacidad de luchar por los propios derechos” (p.p. 209).

Fensterheim y Baer (1976) definen al individuo asertivo como “Aquella persona que tiene una personalidad excitativa o activa, el que define sus propios derechos y no presenta temores en su comportamiento” (p.p. 510-511).

Wolpe (1977) define la conducta asertiva como “La expresión adecuada dirigida a otras personas, de cualquier emoción que no sea la respuesta de ansiedad” (p.p. 96).

Para Alberti (1977), la asertividad: “Es el conjunto de conductas emitidas por una persona en un contexto interpersonal, que expresan los sentimientos, actitudes, deseos, opiniones y derechos de esa persona de un modo directo, firme y honesto, respetando al mismo tiempo los sentimientos y actitudes, deseos, opiniones y derechos de otras personas” (p.p. 683).

Alberti y Emmons (1978), “La conducta que permite a una persona actuar con base a sus intereses más importantes, defenderse sin ansiedad, expresar cómodamente sentimientos honestos o ejercer los derechos personales, sin negar los derechos de los otros” (p.p. 178).

Riso (1988) define la conducta asertiva como: “Aquella conducta que permite a la persona expresar adecuadamente (sin medir distorsiones cognitivas o ansiedad y combinando los componentes verbales y no verbales de la manera más efectiva posible) oposición (decir no, expresar desacuerdos, hacer y recibir críticas, defender derechos y expresar en general sentimientos negativos) y afecto (dar y recibir elogios, expresar sentimientos positivos en general) de acuerdo a sus intereses y objetivos, respetando el derecho de los otros e intentando alcanzar la meta propuesta” (p.p. 45).

Pick y Vargas (1990) afirman que para ser asertivo se necesita aceptarse y valorarse, respetar a los demás, permanecer firmes en las propias opiniones, comunicar con claridad y directamente, en el lugar y momento adecuados y de forma apropiada, lo que se quiere o se necesita decir.

Asertividad

Existen numerosas definiciones del concepto asertividad o conducta asertiva. Cada autor, dará su propia definición dependiendo del marco teórico en el que se sitúe.

Encontramos diversas aproximaciones teóricas que buscan definir esta variable. Desde el punto de vista conductual, la propuesta de un aprendizaje asertivo se fundamenta en los conocimientos generados por Ivan Pavlov, quien estudió la adaptación al medio ambiente de personas y animales; en cuanto a las primeras, considera que si dominan las fuerzas excitatorias, se sentirán orientadas a la acción y emocionalmente libres, enfrentándose a la vida según sus propios términos; por el contrario, si dominan las fuerzas inhibitorias, se mostrarán desconcertadas y acobardadas, sufrirán la represión de sus emociones y a menudo harán lo que no quieren hacer (Casares y Siliceo, 1997; Robredo, 1995). Este equilibrio entre inhibición y excitación se traducirá más tarde como sumisión –o pasividad– y agresividad, respectivamente (Rodríguez y Serralde, 1991).

En el enfoque cognitivo, el comportamiento asertivo consiste en expresar lo que se cree, se siente y se desea de forma directa y honesta, haciendo valer los propios derechos y respetando los derechos de los demás. Estos autores sostienen la necesidad de incorporarcuatro procedimientos básicos en el adiestramiento asertivo: enseñar la diferencia entre asertividad y agresividad, ayudar a identificar y aceptar los propios derechos y los derechos de los demás, reducir los obstáculos cognoscitivos y afectivos para actuar de manera asertiva, disminuyendo ideas irracionales, ansiedades y culpas, y desarrollar destrezas asertivas a través de la práctica de dichos métodos. Es así como la asertividad se fundamenta en la ausencia de ansiedad ante situaciones sociales, de manera que se hace viable manifestar sentimientos, pensamientos y acciones (Flores, 1994).

Al desarrollarse nuevas definiciones ya no meramente conductistas (énfasis en las conductas observables y susceptibles de ser medidas), se da cabida a elementos más abstractos, como los valores y otros aspectos relacionados con el desarrollo humano. Así, el enfoque humanista de la asertividad se centra desde sus inicios (los años setenta) en concebir la variable como una técnica para el desarrollo de la autorrealización del ser humano.

Casares, D. y Siliceo, A. (1997). Planeación de vida y carrera: vitalidad personal y organizacional, desarrollo humano y crisis de madurez, asertividad y administración del tiempo. México: Limusa.
Robredo, C. (1995). La tolerancia a la frustración en relación al grado de asertividad que tienen los vendedores comisionistas electrodomésticos. Tesis Doctoral de Licenciatura en Psicología. México: Universidad Femenina de México.
Rodríguez, E. y Serralde, M. (1991). Asertividad para negociar. México: McGraw-Hill.
Flores, M. (1994). Asertividad: conceptualización, medición y su relación con otras variables. Tesis Doctoral en Psicología. México: Universidad Nacional Autónoma de México.