Hay tantas maneras de vivir un embarazo y su interrupción voluntaria como mujeres lo viven. Es más, la misma mujer lo vivirá de manera muy distinta en función del momento vital en el que se encuentre y del trato que reciba de su entorno.
El peor de los escenarios se da en los países en los que la interrupción voluntaria del embarazo es ilegal y se practica de manera clandestina poniendo en riesgo la vida de la mujer. Existe gran evidencia científica sobre los beneficios sobre la legalización y regulación de esta práctica. Criminalizar la interrupción voluntaria del embarazo causa sufrimiento y muertes, particularmente en los países menos privilegiados y entre los sectores más desfavorecidos de la sociedad (Faúndes y Shah, 2015) así como su legalización reduce la mortalidad de la mujer (Latt, Milner y Kavanagh, 2019).
En nuestro país rige la Ley Orgánica 1/2023, de 28 de febrero, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo que garantiza la salud integral de la mujer.
“España ha avanzado sustancialmente en esta materia desde la aprobación de la Ley Orgánica 9/1985, de 5 de julio, de reforma del artículo 417 bis del Código Penal, que despenalizaba la interrupción voluntaria del embarazo en tres supuestos: violación, malformación del feto y riesgo para la salud física o psíquica de la madre. Sin embargo, el mayor avance para las mujeres en nuestro país vino de la mano de la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, que ha supuesto un auténtico paso hacia adelante al abordar la protección y la garantía de los derechos relacionados con la salud sexual y reproductiva de manera integral y ha cambiado el enfoque de la interrupción voluntaria del embarazo de una ley de supuestos a una de plazos.”
La interrupción voluntaria del embarazo podrá llevarse a cabo en un centro sanitario público o en un centro privado acreditado como es el caso, en Madrid, de la Clínica ginecológica Callao y la Policlínica Retiro . Sea el centro público o privado el servicio será gratuito para la mujer y se garantizarán el derecho a la intimidad y a la confidencialidad de las pacientes en el tratamiento de sus datos de carácter personal.
En cuanto a la investigación sobre las consecuencias psicológicas de la interrupción voluntaria del embarazo se da un abismo en los resultados entre las que provienen de instituciones en contra o a favor de la libertad de la mujer. Desde las posiciones más extremas que buscan la criminalización de dicha práctica se llega a plantear la existencia de un “síndrome post- aborto” similar al Trastorno de Estrés Postraumático. Pero lo cierto es que, para la comunidad científica, dicho “síndrome” no existe (Babbel, 2010) y como tal no ha sido aceptado por la Asociación Americana de Psicología ni por la Asociación Americana de Psiquiatría.
Si bien para ninguna mujer tomar esta decisión y llevarla a cabo resulta un plato de buen gusto suele ir acompañada de un sentimiento de alivio. El malestar emocional, el sentimiento de culpa y el estrés que pueden experimentar variará en función de sus creencias religiosas, su salud mental previa y de manera fundamental del apoyo percibido del entorno y del buen trato de los profesionales de la salud en todo el proceso.