“La violencia es la expresión trágica de necesidades no satisfechas. Es la manifestación de la impotencia y/o de la desesperación de alguien que se encuentra tan desprotegido que piensa que sus palabras no bastan para hacerse entender. Entonces ataca, grita, agrede…”
Marshall B. Rosenberg
Todos tenemos conductas que pueden ser clasificadas como asertivas, agresivas o sumisas. Dependiendo de cuál de las tres sea la más habitual en nosotros, podremos decir que tenemos un estilo: asertivo, agresivo o sumiso. No debemos olvidar que nuestra manera de actuar está muy influenciada por el contexto y por las personas con las que interactuamos.
Por un lado, una persona con un estilo inhibido o sumiso, por miedo a ofender, enfadar, molestar, hacer el ridículo, generar conflictos o a no ser aceptado, en general: • No se atreve a defender sus objetivos y necesidades. • No da su opinión, ni expresa sus emociones. • Y no es capaz de pedir ayuda. Podríamos decir que respeta a los demás pero no se respeta a sí mismo y se termina convirtiendo en un farsante con el objetivo de agradar a los demás.
A corto plazo consigue no generar conflictos. Pero a largo plazo: • Su autoestima se ve dañada y resultan poco atractivos a los demás. • Hace sentir a los otros culpables o superiores. • Puede sufrir ansiedad y problemas somáticos. • Y es muy común alternar este estilo con explosiones de ira descontrolada.
En el otro extremo tendríamos el estilo agresivo: • Son personas que defienden en exceso sus derechos e intereses, sin tener en cuenta los de los demás. • Piensan que si no se comportan de manera agresiva serán excesivamente vulnerables. • Lo sitúan todo en términos de ganar-perder y se rigen por la ley de dominio-sumisión. O piso o me pisan.
Puede que a corto plazo, consigan lo que quieren de los demás y se sienten poderos y fuertes. Nadie se atreve a criticarles de forma directa por miedo, pero las consecuencias a largo plazo son muy negativas: • Los demás se alejan o siguen a su lado sólo por miedo. • Su autoestima baja todavía más y pueden sentir ansiedad y culpabilidad.
Por último, el estilo asertivo se caracteriza por: • Buscar la forma de conseguir sus objetivos sin dejarse llevar por las emociones del momento. • Expresar de forma clara y concreta sus deseos o necesidades siendo siempre respetuoso con los demás. • Sabe hacer críticas sin ofender y también recibirlas, decir no, afrontar la hostilidad del otro sin “entrar al trapo” y también es capaz de identificar sus emociones y expresarlas.
¿Y qué consecuencias tiene el comportamiento asertivo? • Tienen más probabilidades de conseguir sus objetivos y resuelven los conflictos de forma adecuada. • Su autoestima se ve fortalecida. • Resultan atractivos a los demás y consiguen tener y mantener relaciones profundas y duraderas.
Lo bueno de la conducta asertiva es que se puede aprender y entrenar.
Hay tantas maneras de vivir un embarazo y su interrupción voluntaria como mujeres lo viven. Es más, la misma mujer lo vivirá de manera muy distinta en función del momento vital en el que se encuentre y del trato que reciba de su entorno.
El peor de los escenarios se da en los países en los que la interrupción voluntaria del embarazo es ilegal y se practica de manera clandestina poniendo en riesgo la vida de la mujer. Existe gran evidencia científica sobre los beneficios sobre la legalización y regulación de esta práctica. Criminalizar la interrupción voluntaria del embarazo causa sufrimiento y muertes, particularmente en los países menos privilegiados y entre los sectores más desfavorecidos de la sociedad (Faúndes y Shah, 2015) así como su legalización reduce la mortalidad de la mujer (Latt, Milner y Kavanagh, 2019).
En nuestro país rige la Ley Orgánica 1/2023, de 28 de febrero, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo que garantiza la salud integral de la mujer.
“España ha avanzado sustancialmente en esta materia desde la aprobación de la Ley Orgánica 9/1985, de 5 de julio, de reforma del artículo 417 bis del Código Penal, que despenalizaba la interrupción voluntaria del embarazo en tres supuestos: violación, malformación del feto y riesgo para la salud física o psíquica de la madre. Sin embargo, el mayor avance para las mujeres en nuestro país vino de la mano de la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, que ha supuesto un auténtico paso hacia adelante al abordar la protección y la garantía de los derechos relacionados con la salud sexual y reproductiva de manera integral y ha cambiado el enfoque de la interrupción voluntaria del embarazo de una ley de supuestos a una de plazos.”
La interrupción voluntaria del embarazo podrá llevarse a cabo en un centro sanitario público o en un centro privado acreditado como es el caso, en Madrid, de la Clínica ginecológica Callao y la Policlínica Retiro . Sea el centro público o privado el servicio será gratuito para la mujer y se garantizarán el derecho a la intimidad y a la confidencialidad de las pacientes en el tratamiento de sus datos de carácter personal.
En cuanto a la investigación sobre las consecuencias psicológicas de la interrupción voluntaria del embarazo se da un abismo en los resultados entre las que provienen de instituciones en contra o a favor de la libertad de la mujer. Desde las posiciones más extremas que buscan la criminalización de dicha práctica se llega a plantear la existencia de un “síndrome post- aborto” similar al Trastorno de Estrés Postraumático. Pero lo cierto es que, para la comunidad científica, dicho “síndrome” no existe (Babbel, 2010) y como tal no ha sido aceptado por la Asociación Americana de Psicología ni por la Asociación Americana de Psiquiatría.
Si bien para ninguna mujer tomar esta decisión y llevarla a cabo resulta un plato de buen gusto suele ir acompañada de un sentimiento de alivio. El malestar emocional, el sentimiento de culpa y el estrés que pueden experimentar variará en función de sus creencias religiosas, su salud mental previa y de manera fundamental del apoyo percibido del entorno y del buen trato de los profesionales de la salud en todo el proceso.
“Las mentiras más crueles son dichas en silencio.” Robert Louis Stevenson
Algunos actores, para conseguir transmitir una “autentica” emoción utilizan el método Stanislavski. El método consiste en evocar vivencias emocionales propias para dejar actuar a la musculatura facial de manera espontánea. Esto es posible porque la musculatura facial está directamente conectada con las áreas del cerebro que procesan las emociones. Podríamos decir que se trata de un método que va de adentro hacia afuera.
Acabamos de ver cómo nos pueden engañar pero, ¿cómo podemos evitar que nos mientan? Parece que las expresiones falsas o forzadas se pueden identificar cuando observamos que se dan de manera más pronunciada en un lado de la cara que en el otro, dando como resultado una cara asimétrica. Las expresiones auténticas se manifiestan antes o durante el mensaje verbal; surgen, evolucionan y terminan con armonía, ajustándose a patrones fijos y universales, mientras que las expresiones voluntarias o falsas empiezan y acaban de manera abrupta. Otro criterio para detectar una expresión falsa es su duración. Según Paul Ekman si duran entre 5 y 10 segundos probablemente sean falsas.
Si nos fijamos en la parte inferior de la cara podemos distinguir diversos tipos de sonrisas, unas más sinceras que otras. • Sonrisa Duchenne: es una respuesta innata, no aprendida. Además de intervenir en ella los músculos de la boca también lo hace el músculo orbicular que da expresión a los ojos y produce las famosas patas de gallo. • Sonrisa “profesional” o de “cortesía”: la hacemos de manera intencional, por ejemplo, cuando queremos ser amables y saludar a alguien. En ella solo intervienen los músculos de la boca. • Sonrisa irónica: solo se tuerce el lado izquierdo de la boca. Indica duda o falta de credibilidad hacia la otra persona mezclado con desprecio.
“Nunca olvido una cara pero con la suya voy a hacer una excepción.” Groucho Marx
Los nuevos avances en neurociencia permiten comprender cómo, a través del rostro, entendemos las emociones de los demás como paso previo a la generación de empatía y confianza.
Durante millones de años, la evolución ha dotado a nuestro rostro de la capacidad de expresar multitud de matices emocionales y, a su vez, a nuestra percepción de la habilidad para saber interpretar, de manera innata las expresiones faciales. No todos/as somos igual de buenos/as leyendo las emociones escritas en la cara de los/as demás. El problema surge cuando las leemos correctamente pero malinterpretamos lo que las motivó.
La neurocientífica Nancy Kanwisher y su equipo identificaron en 1997 una región en el encéfalo humano que reaccionaba de forma específica a los rostros: su función es el reconocimiento de caras. Dicha región se halla conectada, entre otras, con las áreas emocionales, en especial con la amígdala. Es la zona del cerebro encargada de dar instrucciones al sentido de la vista para que examine las características del rostro que revelan la emoción.
Según descubrieron Paul Ekman y Wallace Friesen (1978), la expresión facial depende de 18 músculos, que son capaces de ejecutar 43 movimientos o acciones musculares que dan lugar a más de 10.000 configuraciones faciales, y algunas de ellas son reconocibles como emociones. Ekman demostró que existen seis expresiones reconocibles por personas de cualquier cultura: alegría, tristeza, sorpresa, miedo, satisfacción/desagrado y rabia. En cualquier lugar del mundo se reconocen estos gestos faciales y se relacionan con la emoción que los motiva.
Identificó, también, las expresiones faciales de cada una de estas emociones: • Alegría: Se elevan las mejillas y los ojos se cierran levemente. Las comisuras de los labios se desplazan hacia atrás y hacia arriba. Los labios se separan. • Tristeza: Se eleva la parte interior de las cejas. Las comisuras de los labios descienden; los labios pueden llegar a temblar. • Ira: Las cejas descienden y se contraen. Se eleva el párpado superior. Se elevan los párpados inferiores y se cierran levemente los ojos. Se dilatan las fosas nasales. Se tensan los labios: se juntan y aprietan. Se eleva la barbilla. • Miedo: Se eleva la parte interior de las cejas. Descenso y contracción de la parte externa de las cejas. Se alarga la comisura de los labios. Los labios se separan. • Asco: Las cejas descienden y se contraen. Se elevan las mejillas y los ojos se cierran levemente. Cierre acentuado de los párpados. Se frunce la nariz. Se eleva el labio superior. Se eleva la barbilla.
Todos/as hemos podido comprobar lo incómodo que resulta hablar con alguien que lleva puestas gafas de sol. Esta incomodidad se debe a que las gafas nos están privando de una gran cantidad de información. Se dice que los ojos son las “ventanas al alma”. Podemos conocer mucho sobre lo que está sintiendo el/la otro/a a través de sus ojos. Por ejemplo, cuando alguien nos mira fijamente lo interpretamos como un signo de cariño o simpatía, siempre que la mirada no sea demasiado sostenida porque, si no, llegamos a la conclusión de que está enfadado/a con nosotros/as y puede ser peligroso. Por el contrario, si alguien evita el contacto visual, entendemos que es antipático, no le gustamos o que es tímido.
La expresión facial nos da mucha información sobre el estado emocional de las personas, pero cuanto más complicado nos resulta descifrar lo que vemos, vamos ampliando de modo automático el foco de atención hacia la voz o el lenguaje corporal. Por ejemplo, cuando vemos a alguien rascarse, frotarse, tocarse, etc., interpretamos que está nervioso. Nuestro cerebro procesa información proveniente de diversas fuentes, incluso del olfato, para saber interpretar qué están sintiendo los demás.
“La empatía es la mayor virtud. Desde ella, todas las virtudes fluyen”. Eric Zorn.
No existe una definición consensuada sobre qué es empatía, pero en los últimos años casi todos los investigadores están de acuerdo en que la empatía cuenta con un componente emocional (la capacidad de sentirse cerca de las emociones del otro) y otro cognitivo (la capacidad de comprender mediante el pensamiento la mente del otro).
EMPATÍA EMOCIONAL “La primera forma de empatía nació de la sintonía emocional entre la hembra y sus crías.” Frank de Waal
La empatía emocional hace referencia a la reacción emocional por parte del individuo que observa las experiencias de otros y se coloca en su mismo lugar. Se trataría de una empatía primordial formada por la capacidad de captar las emociones ajenas de manera intuitiva y automática, no intencionada y causada por las neuronas espejo.
Podemos observar que la alegría, la tristeza, el miedo, el asco, etc. son emociones susceptibles de ser compartidas por quien las observa. Nuestras relaciones con el entorno y con nuestros propios comportamientos emotivos dependen de nuestra capacidad para comprender las emociones ajenas. Cuando vemos a otra persona en apuros, parece que inconscientemente simulamos tales apuros en nuestra mente, como si sintiéramos las sensaciones desagradables de la otra persona y ello nos llevará a actuar para aliviar su situación. La actividad de las neuronas espejo (Rizzolatti, G. y Sinigaglia, C., 2006) parece indicar que la observación de la acción llevada a cabo por otros evoca en el cerebro del observador la misma reacción que si lo hiciera él mismo. Los sistemas de neuronas espejo posibilitan el aprendizaje de gestos por imitación: sonreír, caminar, hablar, bailar, jugar al fútbol, etc., pero también nos sirven para sentir que nos caemos cuando vemos en el suelo a otra persona, sentir pena cuando alguien llora, sentir una maravillosa alegría compartida, etc.
El mecanismo de las neuronas espejo es el que permite la comprensión inmediata del estado emocional de los demás, antes de cualquier mediación cultural o lingüística. La empatía emocional cuenta con dos dimensiones, por un lado la preocupación empática y por otro el malestar personal (Mestre Escrivá V. et all, 2004).
Preocupación empática: incluye los sentimientos de compasión, preocupación y cariño ante el malestar de otros. Se trata de lo que siento yo hacia el otro. Malestar personal: son los sentimientos de ansiedad y malestar que la persona manifiesta al observar las experiencias negativas de los demás. Se trata de lo que siento yo ante el sufrimiento de otros.
EMPATÍA COGNITIVA “El cerebro está estructurado con una capacidad innata para trascender las fronteras de la piel de su propio cuerpo e integrarse con el mundo, especialmente con el mundo de los otros cerebros.” Siegel
La empatía cognitiva es la capacidad de comprender el punto de vista o estado mental del otro. En este proceso intelectual entran en juego la memoria, el reconocimiento, las deducciones y las previsiones. Es una elaboración controlada e intencional, que mediante el pensamiento y el razonamiento nos permite comprender la situación por la que está atravesando el otro y así poder prevenir su comportamiento y actuar al respecto.
En la empatía cognitiva podemos diferenciar dos dimensiones, por un lado la toma de perspectiva y por otro la fantasía (Mestre Escrivá V. et all, 2004).
Toma de perspectiva: es la capacidad para adoptar la perspectiva del otro ante situaciones reales de la vida cotidiana, la habilidad para comprender el punto de vista de la otra persona. Fantasía: evalúa la tendencia a identificarse con personajes del cine y la literatura, es decir, la capacidad imaginativa para ponerse en situaciones ficticias
“Las emociones, en efecto, no siguen un orden fijo. Antes bien, y al igual que las partículas del éter, prefieren revolotear con libertad y flotar eternamente trémulas y cambiantes.” Yukio Mishima
Es fundamental saber qué emoción estoy sintiendo, pero no menos importante es prestar atención a su duración e intensidad. No será lo mismo experimentar una emoción de manera puntual o de forma permanente. Por ejemplo, como cuenta José Luis Zaccagnini en su libro “Inteligencia Emocional” (2004): no es lo mismo que mi pareja me produzca una emoción desagradable de manera puntual o que la emoción desagradable (miedo, ira, tristeza, etc.) sea la norma. Y al contrario, no me estará diciendo lo mismo una emoción agradable de carácter puntual, como por ejemplo, el alivio que siento cuando nos reconciliamos tras una discusión, que el bienestar habitual que siento en compañía de mi pareja.
Todos sentimos fluctuaciones en nuestro estado emocional, no es un problema que requiera especial atención ni la ayuda de un profesional. En poco tiempo estas perturbaciones se corrigen espontáneamente. Pero si definimos una leve tristeza, por ejemplo, como un problema y tomamos voluntariamente determinadas medidas para corregirla y evitar su reaparición puede que, entonces sí, estemos ante un verdadero problema. En cuanto al segundo parámetro, la intensidad, tendremos que estar pendientes del grado de proporcionalidad entre el evento desencadenante y la magnitud de mi reacción. Esta proporcionalidad es muy variable entre una persona y otra dependiendo de sus valores, creencias, vivencias, temperamento etc. Si queremos que la intensidad de la emoción nos dé la mejor información posible tendremos que conocernos bien a nosotros/as mismos/as y saber cómo solemos reaccionar ante una misma situación. Por ejemplo, si habitualmente tienes mucha paciencia pero en los últimos días te enfadas con facilidad, será conveniente que te pares y mires a tu alrededor y dentro de ti, buscando qué ha cambiado para ser capaz de gestionar la situación de la manera lo más satisfactoria posible.
Algunos encuentran el silencio insoportable porque tienen demasiado ruido dentro de ellos mismos”. Robert Fripp
Realizar actividades de manera automática es necesario porque nuestra capacidad atencional es limitada, pero es conveniente no dejarnos arrastrar y aprender a centrarnos cada cierto tiempo en el aquí y el ahora, observando con atención lo que siente nuestro cuerpo, los pensamientos que pasan como nubes por nuestra cabeza, y lo que estamos haciendo o tenemos ganas de hacer.
Nuestra cabeza da vueltas y vueltas sin que nos demos cuenta y lo hace de manera automática. Mentalmente viajamos en el espacio y en el tiempo. Puedo estar en el trabajo y pensando en qué voy a comprar cuando llegue al súper, o lamentándome por haber contestado de manera tan inapropiada a mi madre. Saber parar y focalizar nuestra atención en el momento presente no es tarea fácil. Vivimos conectados a una especie de piloto automático frenético que nos impide prestar atención a lo que estamos sintiendo, pensando y haciendo en cada momento.
En los últimos años se han publicado numerosas investigaciones que demuestran la utilidad del mindfullnes o atención plena en la gestión emocional. Williams, Teasdale, Segal y Kabat-Zinn en su libro titulado “Vencer la depresión” (2010) nos cuentan cómo “La atención plena no consiste en prestar más atención, sino prestar atención de una forma distinta y más sabia: con toda la mente y todo el corazón, utilizando todos los recursos del cuerpo y de sus sentidos”.
Las emociones nos hablan a través de nuestro cuerpo, pero cuando no las escuchamos se ven obligadas a gritarnos a través de diversas somatizaciones. Los problemas psicosomáticos implican la expresión de malestar emocional a través de síntomas físicos no explicados por ninguna patología de origen físico. Determinados dolores de cabeza, cervicales, de espalda, de mandíbula, abdominal, etc.; molestias como náuseas, vómitos reflujos; o determinadas enfermedades de la piel, tienen entre sus causas un fuerte componente emocional.
“Tengo un nudo en la garganta”, “siento mariposas en el estómago”, “me cago de miedo”, “con el corazón en un puño”, “se me pone la piel de gallina”… Empleamos muchas expresiones para expresar cómo nos sentimos y casi todas hacen referencia a partes de nuestro cuerpo.
Podemos darnos cuenta de cuál es la emoción que estamos sintiendo en un determinado momento si somos capaces de prestar atención a lo que estamos sintiendo físicamente, pensando y haciendo (o con ganas de hacer).
“Sólo hay dos emociones básicas: una es el miedo, la otra es el amor.” Wayne Dyer
Han sido muchas las formas de clasificar las emociones y ninguna ha sido la definitiva. Ni siquiera hay consenso entre los autores a la hora de decir cuáles son las emociones básicas.
Una clasificación que me gusta mucho, aunque no me convence completamente, es la que plantea Rafael Bisquerra en un proyecto precioso llamado “Universo de emociones” (2016). Utilizando la metáfora del universo, traza constelaciones, galaxias y demás cuerpos astrales para materializar algo tan intangible como lo que sentimos. Puedes ver este precioso proyecto en su web https://universodeemociones.com/
Este universo tiene de dos grandes constelaciones: • Constelación de las emociones negativas: miedo, ira, tristeza (con asco y ansiedad). • Constelación de las emociones positivas: alegría, amor y felicidad. A mí me gusta más hablar de emociones agradables y desagradables. Si tratamos como negativas emociones como el miedo, la ira, la tristeza, el asco y la ansiedad corremos el riesgo de luchar contra ellas e intentar aniquilarlas, cuando en realidad, son imprescindibles para nuestra supervivencia y bienestar, aunque no nos gusten.
• Alegría: entusiasmo, euforia, contento, deleite, diversión, placer, estremecimiento, gratificación, satisfacción, capricho, éxtasis, alivio, regocijo, humor. • Amor: aceptación, afecto, cariño, ternura, simpatía, interés, cordialidad, confianza, amabilidad, afinidad, respeto, devoción, adoración, veneración, enamoramiento, ágape, gratitud, interés, compasión. • Felicidad: bienestar, satisfacción, armonía, equilibrio, plenitud, paz interior, tranquilidad, serenidad, gozo, dicha, placidez, paz interior, etc. También están las galaxias de las emociones ambiguas que son: • Sorpresa: sobresalto, asombro, desconcierto, confusión, perplejidad, admiración, inquietud, impaciencia. • Emociones sociales: vergüenza, timidez, culpabilidad, vergüenza ajena, bochorno, pudor, recato, rubor, sonrojo, verecundia. • Emociones estéticas: son las que se experimentan ante las obras de arte y ante la belleza. Ya tenemos muchas palabras para etiquetar lo que sentimos, pero además tendremos que ser capaces de focalizar y prestar atención para ser capaces de identificar cuál es la emoción que estamos sintiendo.
“Los sentimientos y las emociones son el lenguaje universal que debe ser honrado. Son la expresión auténtica de quiénes somos.” Judith Wright
La mayoría de los expertos que trabajan en el tema de la emoción están de acuerdo en que no es nada sencillo dar una definición definitiva de este fenómeno psicológico.
Las emociones forman parte de nuestra vida y han jugado un papel imprescindible en la evolución y adaptación de nuestra especie al entorno, sirviéndonos de señal para enfrentarnos a los desafíos presentes en cada hábitat. Nos han servido de brújula, de GPS para saber qué rumbo tomar.
Los seres humanos solo podemos experimentar la vida emocionalmente: “Siento luego existo” (Robert Witkin, 1970). A pesar de todo, nos resulta muy complicado hablar de las emociones a nivel teórico y, en parte, es porque han sido ignoradas por la ciencia hasta hace relativamente poco.
Podríamos definir emoción, como lo hace Rafael Bisquerra en su libro “Educación emocional y bienestar” (2006) como: “Un estado complejo del organismo caracterizado por una excitación o perturbación que predispone a una respuesta organizada. Las emociones se generan habitualmente como respuesta a un acontecimiento externo o interno.” Y como somos animales sociales: “La emoción concreta que sienta un sujeto dependerá de cómo perciba este sujeto las consecuencias que sobre su supervivencia, bienestar, necesidades, metas y planes pueda tener la conducta de los otros”. (Styker, 2004:3)
En cada emoción podemos diferenciar tres dimensiones básicas: cualidad, intensidad y duración. Y también tres componentes fundamentales: lo fisiológico (lo que siento a nivel corporal), lo cognitivo (lo que pienso) y lo conductual (lo que hago). Ante un acontecimiento interno o externo, el individuo hace una valoración y en consecuencia emite una respuesta fisiológica-cognitivo-conductual que le predispone a una determinada acción.
También podemos diferenciar entre emociones básicas o primarias y emociones secundarias. Paul Ekman (1979) entiende que las emociones básicas son: miedo, ira, tristeza, alegría, asco y sorpresa. Y estas son sus características:
Son universales. Son independientes de la cultura.
Son primitivas tanto en la especie (se observan en otros animales) como en el individuo (se observan en periodos tempranos del desarrollo).
Conllevan expresiones faciales específicas típicas de cada una de ellas.
Van asociadas a diferentes tendencias de actuación, probablemente no aprendidas, que tienen como objetivo hacer frente al suceso desencadenante de la emoción.
Se diferencian entre sí en como las experimenta el cuerpo.
Se basan en sistemas cerebrales especializados y preestablecidos.
Las emociones primarias son la materia prima del resto de emociones. La culpa, la vergüenza, los celos, la envidia, etc. son emociones aprendidas ligadas a la educación y la cultura, y por tanto, son emociones secundarias.
Y, ¿cuál es la función de las emociones?, ¿para qué nos sirven? Para algunos/as investigadores/as la función principal es la de motivar la conducta. Otros/as se centran más en su función adaptativa. Y también nos sirven para, a través de la comunicación no verbal, comunicarnos con los demás.
Pero las emociones no funcionan de manera independiente y tienen efectos sobre otros procesos mentales. Afectan a la percepción, atención, memoria, pensamiento, la creatividad, etc. Pensar y sentir son inseparables, pensamos sintiendo y sentimos pensando.
Chema Alonso, es Doctor en Seguridad Informática, Chief Digital Consumer Officer en Telefónica y, sobre todo, conocido por sus trabajos en el mundo del Hacking y la Ciberseguridad. Durante años ha sido un gran divulgador de tecnología, y es reconocido como uno de los mejores Hackers de España. Publica todos los días en su blog“Un informático en el lado de mal”y puedes contactar con él a través de su buzón público en MyPublicInbox.com/ChemaAlonso. Además de todo esto, es “papaete” de dos niñas que también quieren tener TikTok.
¿Como “papaete” te enfrentas a los mismos retos que la mayoría de los padres o por tu trabajo has sido mucho más estricto en la aproximación a la tecnología de tus hijas?
Pues como todos los padres tengo el mismo problema. Mi hija menor quiere ser Youtuber, es fan de Martina, quiere ser cantante y jugar al Among Us el Roblox. Mi hija mayor, que tiene 12 años, quiere tener Instagram, TikTok y un Smartphone para tener WhatsApp y chatear con sus amigas. Supongo que los mismos problemas de todos los padres de esta generación, con la única diferencia de que entiendo muy bien cuáles son los riesgos que hay en estos sistemas.
Por otro lado, yo quiero que la tecnología sea parte de su vida, y desde muy pequeñas intento que sean “Creadoras de tecnología”, y no consumidoras adictas a sistemas de “engagement” que las tengan consumiendo su tiempo con chutes de dopamina basados en complejos algoritmos de gamificación. Desde pequeña a la mayor la he tenido apuntada a programar en Scratch, en Arduino, robótica y ahora está con Python. Para ella es más normal aprender lenguajes de programación porque lo ha visto desde muy pequeña como una disciplina más de su educación en el colegio. Yo empecé a programar con 12 años, y me cambió la vida. Yo quiero darles ese regalo a ellas también.
Pero sé que el mundo que les ha tocado vivir es éste, y no creo en la prohibición total. Desde hace años llevo pidiendo a los educadores de niños que les eduquen sin utilizar reglas de “NO hagas esto…”, así que yo intento educarles en los riesgos y en “Cómo hacerlo”. Pero lo más importante, no las puedes dejar solas, para que se enfrenten a algoritmos de inteligencia artificial que van a encontrar la manera de conseguir que se queden un minuto más conectadas, y que van a ir educándolas anuncio tras anuncio, sin preocuparse de si es bueno para ellas o no. Por eso intento hablar mucho con ellas, explicarles las cosas, y limitarles el uso de la tecnología como usuario.
¿Por qué hiciste una campaña llamada Mujeres Hacker en la que una niña quería ser hacker como su mamá?
Pues mira, porque la sociedad aún empuja a las niñas a no tener ciertas profesiones y me enfada. Me molesta que cuando Google o Microsoft traduzcan Engineer o Judge siempre sea ingeniero y juez, pero cuando se traduce Secretary o Nurse sea secretaria o enfermera (si quieres profundizar puedes leer este post). Tengo una guerra declarada con ello, y creo que las traducciones con asunción de género deberían tener alertas para que mi hija no se vea subliminalmente impulsada a una profesión concreta.
Cuando mi hija mayor era pequeña le pregunté si quería ser astronauta y me contesto “No, papá, eso es cosa de chicos”, y me enfadó muchísimo. Me enfadó porque mi hija, con 7 años ya había sido condicionada subliminalmente a descartar oportunidades en su futuro por una invisible barrera que aún hay para ellas en la sociedad. Así que decidí hacer la campaña de Mujeres Hacke para dar visibilidad a las grandes mujeres de mi trabajo, e hicimos una campaña de Mujeres en ciencia por Telefónica tanto en blogs como en las oficinas, para que las niñas vinieran a conocer a nuestras grandes creadoras.
De hecho, hacemos una jornada que se llama Girls Inspire Tech, en la que nuestras compañeras de Telefónica enseñan cosas de tecnología a niñas de 12 a 16 años para que tengan modelos a quién parecerse.
¿Tiene la tecnología que usamos sesgos de género, al igual que has explicado con el caso de los traductores?
Claro que puede tenerlo. Y claro que lo tiene. Y lo peor es que es muy difícil de detectar porque cuando hablamos de “Machine Learning” es justo eso, una “máquina aprendiendo” y si no tienes cuidado de qué ha aprendido, y qué datos le has dado para enseñarle, luego es muy complicado saber si tiene algún sesgo.
Google está trabajando en una tecnología que se llama TCAV (Testing with Concept Activation Vectors) para saber qué dispara que una inteligencia artificial reconozca a un doctor o a una enfermera en una foto, por ejemplo, y ponía el caso de una IA entrenada que había aprendido que para reconocer que era una persona doctor, tenía que 1) tener bata blanca, 2) estetoscopio al cuello y 3) ser hombre.
No sabemos cuantos de lo algoritmos que hoy en día se usan en sistemas para dar créditos, para ofrecer trabajos, para aprobar una solicitud, para lanzar una alerta de seguridad o para ponernos una noticia o un anuncio tienen sesgos. Y todos ellos pueden condicionar tu vida sin saberlo. Esta semana hemos publicado en el blog de un algoritmo de Machine Learning que ha sido entrenado con sesgo de color de piel y cuando despixela fotos – por ejemplo de cámaras de seguridad – aclara la piel. Pero podría ser al revés, y oscurecerlas para hacer que un prejuicio afectara a la vida de las personas de piel más oscura haciéndola parecer siempre “los ladrones”. Y al final solo es un algoritmo de Machine Learning entrenado con sesgos.
Te he oído decir varias veces que tenemos que crear “Tecnología Humanista”, ¿a qué te refieres exactamente con esto?
Tenemos que cuidarnos de algoritmos de engagement que tienen a los jóvenes conectados durante 36 horas a un juego, o a ludópatas descubiertos por las redes sociales a sufrir acoso de ofertas de juegos online, o premiar a los medios de comunicación con dinero de anunciantes si la noticia se orienta como quiere el anunciante, o hacer tecnología que no proteja los datos privados de las personas, algoritmos que nos cataloguen con algoritmos de Machine Learning para toda la vida sin pensar en nuestras consecuencias, o tecnología que no sea accesible para todos o… El documental de “The Social Dilema” lo explica bastante bien en el caso de las redes sociales, y “El Gran Hackeo” explica la manipulación de las sociedades con los datos, las fake news y las inversiones en anuncios para premiar a los medios con visitas.
Hay tantos puntos en los que la tecnología está afectando ahora a la vida de las personas, que el reto es enorme. Es enorme para los padres, es enorme para los reguladores, y es enorme porque aún no hemos conseguido que haya un debate en sociedad profundo y serio de estas cosas. Aún, para las empresas, el incentivo económico de explotar debilidades humanas es mayor que el de hacer que la vida de las personas sea mejor. Y hay que darle la vuelta.
Yo siempre he defendido que las empresas deben hacer que la vida de las personas sea mejor en las sociedades donde operan, y debe ser exactamente lo mismo con la tecnología. Debe hacer que la vida de las personas que la usan sea mejor, y no peor.
También has defendido “Tolerencia Zero” con los abusones y “colaboradores” pasivos en las redes sociales, ¿a qué te refieres?
Yo bloqueo a todo el que veo que insulta o falta al respeto a otro en Twitter, por ejemplo, que se ha convertido en una red social que, por desgracia, atrae a muchos a faltar al respeto de forma rápida y directa. Y no lo entiendo. Pero yo, no pienso ser un “colaborador” pasivo de estos, y los bloqueo a todos. Hacer que tengan un incentivo negativo perdiendo audiencia es algo que ayudará a cambiar la tendencia. Si sigues a cuentas en Twitter que están faltando al respeto a otras, les estás alentando. Así que, yo aplico tolerancia cero para los abusones en las redes sociales.
Sí, por desgracia. Y son muy pesados. Constantemente siguen pensando que un hacker es un cibercriminal, y lo peor es que todos los que buscan contratar un cibercriminal para hackear un WhatsApp, Facebook, Instagram o las notas de la universidad, acaban siendo estafados porque se ha creado un negocio de “falsos hackers” para robarles dinero.
Para mí ser un hacker es empujar los límites de la tecnología, de la ciencia, de las artes, de la sociedad más allá. Eliminar los límites que tenemos ahora y descubrir los siguientes. Es hacer que el camino de mejora continua que hemos de tener como objetivo vital se acelere. Y en mi caso, que trabajo con tecnología, que la tecnología haga que la vida de las personas sea mejor.
También escribes cuentos para tus hijas para mandarles mensajes educativos, ¿no?
Sí, me gusta mucho escribir y desde que son pequeñas, si tenía la ocasión de contarles un cuento, intentaba crear unaEl Gigante de los Juguetes que les quita todos los juguetes de la habitación y solo les devuelve los que son capaces de recordar, el de Serpentinaque es una serpiente en modo de calcetín que se come los pies de las niñas cuando huelen a queso, porque le encantan los quesos olorosos, o las historias del Dragón Matías que hace que le salgan más piernas a la niña en La princesa de 8 piernas por pedir más zapatos de los que necesita. Y el de La hormiga valiente que busca las risas que se han comido las niñas en la tripa.
La verdad es que cada minuto que paso con ellas intento hacerlo sin pantallas, dibujando, escribiendo cuentos, jugando al ajedrez, al futbolín o cachorreando. Crecen muy rápido y luego ya no van a querer que les cuente cuentos.
Y si alguien quiere contactar contigo para consultarte algo, ¿Cómo lo puede hacer?
Tengo un buzón público en MyPublicInbox precisamente para eso. Basta con ir a MyPublicInbox.com/ChemaAlonso . Cualquier persona me puede escribir (menos para hackear el WhatsApp, el Facebook o el Instagram). A mí, y a todos los profesionales que están allí, que hay grandes expertos en muchas otras materias.
Muchas gracias Chema por compartir tu conocimiento y por tu tiempo, sé que estás muy solicitado. Ha sido un placer escucharte.