Iria Marañón estudió Filología Hispánica y Edición profesional. Ha trabajado como correctora, lectora editorial y editora de ficción y divulgación, actualmente trabaja en una editorial multinacional de educación.
Es autora de los libros Educar en el feminismo, Educar a un niño en el feminismo y Libérate de la carga mental, todos ellos editados por Plataforma Editorial.
Es activista feminista.
Empecemos por el principio, Iria. ¿Qué es el feminismo?
El feminismo es un movimiento social y político con 300 años de historia que busca la liberación y emancipación de la mujer del sistema patriarcal.
¿Por qué es necesario educar en el feminismo?
El feminismo busca abolir el género. La abolición del género es la ruptura absoluta de estereotipos y roles de género impuestos en la sociedad patriarcal desde el nacimiento de las niñas y los niños, es eliminar el adoctrinamiento sexista al que somos sometidos desde el inicio de nuestra vida. Cuando nace un bebé observamos su sexo y le asignamos un género, y en base a ese género se construye todo a su alrededor. De esta forma, los varones tienen los privilegios mientras que las mujeres sufrimos la opresión. Por eso es fundamental educar desde la infancia en verdadera igualdad. Y esto solo se consigue con la abolición del género.
¿Qué valores feministas son importantes inculcar desde casa a niñas y niños?
Lo más importante es que tenemos que enseñarles que no existe nada de niñas ni de niños. No hay cerebros rosas o azules, la feminidad y la masculinidad son constructos sociales. No hay juguetes diferenciados, ni ropa, ni gustos ni, especialmente, habilidades, talentos o trabajos. Las niñas no nacen queriendo cuidar muñecas ni los niños queriendo jugar a la pelota, eso forma parte del género, y el género se construye socialmente. Por eso tenemos que dejarles verdadera libertad para que puedan ser como quieran ser. Y enseñarles, por ejemplo, que el trabajo de cuidados y el trabajo doméstico es responsabilidad de chicos y chicas. El clásico “educar sin estereotipos” es la abolición del género.
¿Qué papel deberían tener los niños y los hombres en el feminismo?
En el movimiento feminista, ninguno. El feminismo es un movimiento de mujeres liderado por nosotras. El papel de los niños y los hombres tendría que ser hacer sus espacios igualitarios y feministas, y escucharnos a las mujeres y nuestras peticiones.
En tu último libro hablas sobre cómo educar a los niños varones en el feminismo. ¿Por qué es necesario señalar la educación que le estamos dando a los niños? ¿Cuáles son los errores que cometemos con los niños que no cometemos con las niñas?
Los varones son los responsables de la perpetuación del machismo y las desigualdades. El patriarcado no es algo abstracto en el que no hay responsabilidades, los hombres son los que ejercen el machismo y ostentan los privilegios: ocupan más espacios públicos, de poder y de responsabilidad, son los que se desvinculan del trabajo de cuidados y doméstico, son los perpetradores de la violencia machista, del acoso, maltrato, violaciones y asesinatos. Todo esto no deviene de su naturaleza, la sociedad construye la masculinidad de esta forma, por eso es necesario y urgente educar de otra forma. Insisto, con la abolición del género. Muchas veces nos anticipamos a explicarles a nuestros niños que si hacen tal o cual cosa otros niños pueden burlarse porque son “cosas de niñas”. De esta forma ya les estamos dando ideas y al final se convierte en la profecía autocumplida. A veces restamos importancia a comportamientos machistas, como cuando infravaloran lo que hacen las niñas, como cuando les dicen que “tiran la pelota como una niña” o “lloran como una nena” o “esa camiseta es de niña”. Todo suma a la hora de construir el género y a la hora de construir la percepción que tienen de las niñas y mujeres. De forma inconsciente, la sociedad envía el mensaje constantemente de que las niñas son inferiores, hacen las cosas peor, son más débiles y todo lo que está relacionado con ellas es cursi y absurdo. Y los niños van cogiendo fuerza cada vez más, dándose cuenta de que la sociedad valora positivamente todo lo que ellos hacen. Todo esto es lo que tiene que cambiar: la sociedad debe dejar de transmitir ese mensaje sesgado. Por eso es imprescindible identificar qué hacemos mal, mi libro es un compendio de todo lo que construye la masculinidad, para ser conscientes y evitarlo en la medida de lo posible.
A pesar de todo, parece que la sociedad ha avanzado. ¿Por qué algunas personas piensan que no es necesario el feminismo?
La sociedad ha avanzado, por supuesto, pero el machismo continúa y muchas veces disfrazado de falso feminismo. El patriarcado tiene un poder tal, que a algunas personas las ha convencido de que prácticas completamente machistas, condenadas por el feminismo durante siglos, son feministas. La prostitución, la pornografía, los vientres de alquiler, el velo… todo lo que históricamente ha sido explotación y sometimiento de la mujer, ahora nos lo venden como libre elección y empoderamiento. A las mujeres no hace falta que nadie nos diga que nos vayamos a fregar o nos ocupemos de la crianza, eso es algo que hacemos nosotras solas sin que nadie nos lo diga y es el gran éxito del machismo, hacernos creer que somos libres y asumir como libertad lo que de siempre ha sido opresión.
Te consideras abiertamente a favor de la abolición del género. ¿Cómo podría conseguirse esto desde casa?
A través de todo lo que hemos hablado antes: entender que no hay cerebros de niñas o de niños, criar a nuestras criaturas para que sean seres humanos pensantes, empáticos y responsables. Entender y aplicar de verdad la ruptura de estereotipos, que no hay nada que sea para niñas ni nada para niños. Que no hay una sola evidencia científica que justifique las diferencias estructurales. El feminismo es un movimiento para la emancipación de la mujer del sistema patriarcal. Y para llegar a eso, es necesaria la abolición del género.
Parte de tu libro está dedicado a los adolescentes. ¿Cómo podemos educar en esta etapa con respecto al amor y el sexo?
En una sociedad que legitima la prostitución y la pornografía es muy difícil educar hacia el respeto a las mujeres, ya que mientras un chico crezca pensando que siempre puede tener acceso al cuerpo de una mujer para obtener una satisfacción sexual, su concepción de las mujeres va a ser muy limitada. Como decía Mary Pipher, los chicos deben ser socializados de tal manera que la violación les parezca tan impensable como el canibalismo. Pero con la pornografía tan a mano, esto no sucede ni de lejos. Por eso es fundamental la educación afectivo sexual, para que aprendan a querer a las mujeres, a mostrar sus afectos, y lo más importante, a escuchar a las mujeres de verdad, sus deseos y lo que quieren.
Con respecto a la violencia que se ejerce contra las mujeres, ¿dónde hay que poner la atención?
Es fundamental poner el foco hacia los responsables en lugar de cargarnos a nosotras con la responsabilidad de evitarlo. De nuevo, debemos revisar cómo está construida nuestra sociedad: mientras continúe la normalización de la prostitución o la pornografía eso va a ser imposible. No podremos enseñar a los niños que violar está mal cuando se crían legitimando la explotación de las mujeres.
¿Qué responsabilidad tienen los contenidos televisivos, los medios de comunicación, la ficción, toda la cultura que tenemos alrededor, las empresas jugueteras, de ropa, etc.?
Muchísima. Los creadores de contenidos son responsables del mensaje que transmiten. Desde que un niño nace, la sociedad entera construye su género: deben ser fuertes, valientes, dominantes, poderosos, arriesgados, competitivos… las niñas deben ser sumisas y complacientes, dedicadas a los cuidados y la casa. Todo lo que rodea a las niñas y los niños les entrena para que así sea: la ropa, los juguetes, los colores, la educación que reciben por parte de la familia y el colegio, las amistades, los medios de comunicación, la publicidad, los productos de entretenimiento como series o películas, la cultura, el cine, la literatura, los prescriptores o influencers… absolutamente todo les enseña cómo tiene que ser una niña y cómo tiene que ser un niño. Y una vez correctamente socializados, ellos serán los responsables de traer el dinero a casa, de realizarse en el trabajo, de ocupar puestos de responsabilidad, de poder, de hacer política, mientras que las mujeres se ocuparán de los cuidados y de la casa, un trabajo no remunerado que se realiza 365 días 24 horas, y serán las víctimas de la brecha salarial y de las violencias. Esto es género. Y esto es lo que se construye constantemente, nos bombardean con género. Y la premisa del feminismo es eliminarlo.
En el libro analizas que algunas personas creen que determinadas características de los hombres (agresividad, dominación, fortaleza, liderazgo) y de las mujeres (docilidad, sumisión, falta de ambición) les vienen dadas de manera biológica, nacen con ellas. ¿Cómo se puede desmontar todo esto en la sociedad?
El neurosexismo es esta idea de que hay cerebros de niñas y de niños, algo que está ampliamente demostrado que es completamente falso. Es cierto que mujeres y hombres somos diferentes físicamente, tenemos cuerpos distintos que requieren de atenciones médicas distintas y nuestra fuerza física y envergadura también es diferente. Pero las diferencias que podemos tener cerebrales son las mimas que pueden tener los cerebros de hombres entre ellos o los cerebros de mujer. Con respecto a la testosterona está demostrado que no justifica que los hombres sean más agresivos ni violentos. Esas diferencias no justifican los roles sexuales y las desigualdades e injusticias que soportamos las mujeres. Por eso es importante leer los estudios al respecto y dejar las creencias populares a un lado.
Además de todo lo que sufren las mujeres por culpa de la construcción de la masculinidad, ¿esta construcción también les perjudica a ellos?
Por supuesto. La socialización de los varones, además de producir importantes desigualdades e injusticias hacia las mujeres, también les perjudica a ellos mismos: Los hombres tienen el doble de riesgo de sufrir lesiones medulares que las mujeres, tienen tres veces más posibilidades de suicidarse que las mujeres, tienen cuatro veces más posibilidades de convertirse en personas sin hogar que las mujeres, según la DGT, también son más arriesgados al volante, sufren más accidentes y estos son más graves que los ocasionados por mujeres. Su tasa de muerte en accidente de tráfico es tres veces superior. Tienen más posibilidades de consumir drogas. En 2019, el 86 % de los ahogados durante el verano fueron hombres, en playas o espacios acuáticos no vigilados. La cifra de hombres en la cárcel representa el 92,61 %. Los hombres son responsables del 89 % de los delitos homicidas y representan el 61 % de las víctimas. El 91 % de las personas condenadas por abandono de familia fueron hombres, el 80 % de las personas que quebrantaron los deberes de custodia fueron hombres, el 85 % de las personas condenadas por amenazas fueron hombres, el 94 % de las personas condenadas por trato degradante y violencia fueron hombres. Y según el Registro Central de Delincuentes Sexuales, que registra este tipo de delitos desde 2016, el 96,4% de las personas que tienen antecedentes por este tipo de delitos son hombres.
¿Qué podemos hacer a nuestro alrededor para hacer conscientes a los niños de todas las injusticias que generan?
Cuando son muy pequeños, basta con explicarles, por ejemplo, lo injusto que es que las niñas no puedan ocupar el espacio central del patio para jugar porque los niños están ocupando todo el espacio jugando a la pelota y ellas se tienen que conformar con los laterales. También cuando vemos una película o una serie con ellos, si no hay chicas, o si son pocas, o si tienen roles femeninos muy definidos, señalarlo. O cuando estudian ciencias o hacen trabajos de Picasso o Van Gogh, lo injusto que es que no se propongan artistas femeninas, por ejemplo. A medida que van creciendo, pueden ir viendo las injusticias en el resto de las áreas del conocimiento, cómo las mujeres han sido ocultadas e invisibilizadas. Hay que señalarles sus privilegios, explicarles qué es el patriarcado y el machismo, y cómo las mujeres y las niñas están sometidas en muchos sentidos. Tenemos que mostrarles el mundo como es, y cómo en todos los ámbitos los hombres disfrutan de sus privilegios y cómo esos privilegios hacen que las mujeres estén subordinadas. Siempre adecuando el tono y la explicación.
¿Es importante la corresponsabilidad en casa para empezar?
Es fundamental el ejemplo que demos en casa. Que un niño tenga el referente de un varón como principal cuidador es prioritario para entender que el trabajo de cuidados no es exclusivo de las mujeres. Pero es importante ser conscientes de los detalles, porque a veces creemos que la crianza es conjunta pero no lo es: a veces el padre es el que recoge a la criatura del cole, lo lleva al médico, al parque y juega con él, pero quien verdaderamente organiza todo, se reduce la jornada, corta las uñas, despioja, decide lo que hay que comer o identifica cuándo hay que llevarla al médico es la madre. Los padres tienen que responsabilizarse completamente, y entonces será una verdadera crianza conjunta y un ejemplo real de igualdad.
En tu libro hablas de las habilidades emocionales y de cómo se educa este tipo de cosas, ¿es importante el fomento de la inteligencia emocional para educar en el feminismo?
Es muy importante porque la masculinidad les construye como personas emocionalmente inaccesibles e insensibles: los niños no deben llorar ni mostrar sus emociones. Para los niños y hombres el tema de las emociones, la sensibilidad y los afectos es cosa de chicas. Por eso es fundamental que aprendan empatía, solidaridad, compasión, que aprendan a identificar y gestionar sus emociones.
Muchas gracias Iria, ha sido un placer, aprendo mucho contigo. Quiero terminar como empiezas tu último libro:
Paulo Freire dice:
“La educación no cambia el mundo. Cambia a las personas que van a cambiar el mundo”.
Y yo añado:
“Y las personas que van a cambiar el mundo serán feministas”.