Aunque el bebé es una criatura inmadura en muchos aspectos, sus células están programadas para poder llegar a desarrollar una vida compleja.
- Cada bebé tiene un mapa genético que es único y personal, y que puede activarse mediante la experiencia; ya en las primeras semanas puede hacerse aparente su temperamento personal.
- Algunos bebés nacen con más sensibilidad a los estímulos y reaccionan a ellos con más facilidad, y diferentes bebés tienen diferentes umbrales y diferentes maneras de responder, lo que les hace distintos unos de otros.
- Estas circunstancias pueden sorprender a los progenitores o cuidadores, cada uno de los cuales posee también su propia personalidad.
- Una madre sensible y delicada puede dar a luz a un niño robusto, enérgico y menos sensible que ella, pudiendo tener sensación de que le cuesta sintonizar con él, incluso llegar a la conclusión de que es un bebé muy difícil de calmar si se lo llevan a cualquier sitio.
Los investigadores han llegado a la conclusión de que aún el bebé más difícil e irritable puede hallar su equilibrio si sus padres son receptivos y saben adaptarse a sus necesidades. Incluso algunos dudan de que, en las primeras semanas de vida, pueda decirse de un bebé que es “muy difícil”, y sugieren que esta consideración depende, en gran parte, de la percepción del progenitor; sugieren también que esta manera de reaccionar del bebé se establece a lo largo del primer año de vida del bebé.
- En este sentido, los bebés difíciles puede que lo sean debido a que la respuesta emocional de los progenitores es deficiente.
- En todo caso, las dificultades en el temperamento no son pronóstico de un futuro negativo, aunque cuando más sensible es el bebé, mayor riesgo existe de que su desarrollo sea deficiente si los progenitores fracasan en adaptarse a sus necesidades específicas.
( Fragmento extraido de: Gerhardt, S.; (2004). El amor maternal: La influencia del afecto en el desarrollo mental y emocional del bebé. Barcelona: Editorial Albesa, S. L.)