¿Qué es empatía?

Existen distintas concepciones de la empatía: unos autores la conciben en términos cognitivos, hasta el punto de confundirse con la toma de perspectiva, mientras que otros lo hacen en términos afectivos.

Davis (1996), señala que unos y otros autores se estarían fijando en distintos aspectos del fenómeno: las definiciones de empatía en términos de respuesta afectiva son definiciones centradas en el resultado, mientras que las definiciones de la empatía como toma de perspectiva se centran más en el proceso que da lugar a dicho resultado. Este autor propone un modelo multidimensional de la empatía en el que incluye y pone en relación los componentes cognitivo y afectivo de la misma.

Hoy en día la mayor parte de los autores coincide en distinguir entre toma de perspectiva y empatía, y en concebir la empatía como una respuesta afectiva más congruente con el estado emocional de otra persona que con el propio, una respuesta emocional en la cual –subrayan– la toma de perspectiva juega un papel fundamental (Eisenberg, 2000; Eisenberg y Strayer, 1992; Hoffman, 1992, 2002). Batson y colaboradores (Batson, Fultz y Schoenrade, 1992; Batson, O´Quin, Fultz, Vanderplas e Isen, 1983) han propuesto, apoyándola con datos empíricos, una distinción que luego ha sido muy fructífera e influyente en este terreno: la distinción entre empatía, respuesta afectiva de preocupación o compasión ante el sufrimiento ajeno en la que la atención se centra en la víctima, y malestar personal, respuesta emocional en la que el centro de atención es el propio sujeto. La toma de perspectiva parece constituir la clave precursora de las reacciones específicamente empáticas (Batson et al., 1992).

Esta capacidad no significa necesariamente que el observador deba adoptar la misma perspectiva, sino que es la habilidad para reconocer los estados anímicos del otro, lo que requiere una serie de valores como sensibilidad, comprensión, destreza perceptiva, capacidad para adoptar y entender los roles sociales y madurez.

Para autores como Hoffman (2002), la capacidad empática representa una condición fundamental de la moralidad, favoreciendo, entre otros aspectos, todo tipo de conductas de ayuda y solidaridad.

Batson, C. D.; Fultz, J. y Schoenrade, P. (1992). Las reacciones emocionales de los adultos al malestar de otros. En N. Eisenberg y J. Strayer (Eds.), La empatía y su desarrollo (pp. 181-203). Bilbao: Desclée de Brouwer.
Batson, C. D.; O´Quin, K.; Fultz, J., Vanderplas, M. y Isen, A. (1983). Self-reported distress and empathy and egoistic versus altruistic motivation for helping. Journal of Personality and Social Psychology, 45, 706-718.
Davis, M. H. (1996). Empathy: A social psychological approach. Oxford: WestviewPress.
Eisenberg, N. (2000). Empathy and sympathy. En M. Lewis & J. M. Haviland-Jones (Eds.), Handbook of emotions (pp. 677- 691). Nueva York: The Guilford Press.
Eisenberg, N. y Strayer, J. (1992). La empatía considerada en el contexto. En N. Eisenberg y J. Strayer (Eds.), La empatía y su desarrollo (pp. 425-434). Bilbao: Desclée de Brouwer.
Hoffman, M. L. (1992). La aportación de la empatía a la justicia y al juicio moral. En N. Eisenberg y J. Strayer (Eds.), La empatía y su desarrollo (pp. 59-93). Bilbao: Desclée de Brouwer.
Hoffman, M. L. (2002). Desarrollo moral y empatía. Barcelona: Idea Books, S. A.