Archivo de la etiqueta: Comunicación

Entrevista a Mónica Manrique en Peques y Más

Por qué surgen los conflictos cotidianos en las familias entre padres/madres e hijos/hijas y cómo se pueden solucionar

Los conflictos son parte inevitable de la vida. Es imposible que estemos siempre de acuerdo. Es más, en las relaciones en las que no hay conflictos, uno está pensando por todos, y eso, sí que es peligroso. Tenemos que aprender a ver el conflicto como una oportunidad para aprender sobre uno mismo, conocer al otro y mejorar la relación. Yo diría que lo más importante a la hora de resolver un conflicto es saber escuchar y ponerse en el lugar del otro. También es importante quitarse de la cabeza, que unos ganarán y otros perderán, porque lo que suele pasar es que o ganamos todos (cuando se resuelve bien y con respeto) o perdemos todos (cuando nos hacemos daño los unos a los otros).

Pueden ser los padres amigos de los hijos o es necesario poner límites en la relación

Los padres son padres y los amigos son amigos. Los padres tienen unas funciones y responsabilidades y los amigos son otra cosa.

Los niños necesitan límites, les da seguridad y estabilidad. Tenemos que decir NO con firmeza y sin ser agresivos, aprender a actuar con mano de hierro con guante de seda.

Los padres son los que tienen que facilitar al niño lo que necesita para su correcto desarrollo, aunque no siempre coincida con lo que pide. Lo dicho hasta ahora no está reñido, ni mucho menos, con tener una relación estrecha, cálida y de confianza con nuestros hijos.

Cómo se puede potenciar la autoestima de los peques y a qué edades es necesario prestar especial atención

La autoestima en los niños, como en cualquier persona, se construye por una doble vía. Por un lado, a través de la imagen de nosotros mismos que nos devuelven los ojos de los demás. Y por otro, mediante la superación de pequeños retos. Así, para fomentar la autoestima en los niños, lo ideal es devolverles una imagen positiva y realista de sí mismos, enfatizando sus puntos fuertes. Y a su vez, darles la oportunidad de superarse dándoles autonomía y confiando en sus capacidades.

Todas las edades son buenas para transmitirles respeto y aceptación.

Cómo funcionan los talleres que realizas con los padres

Los talleres los imparto, sobre todo, en colegios. Suelen constar de una parte expositiva a través de diapositivas en Power Point para exponer los contenidos teóricos, fragmentos de películas que ilustran los temas tratados, reflexión individual y grupal sobre la temática que se esté trabajando y también, role play, juegos y dinámicas para aprender practicando diversas habilidades. Cada sesión suele durar aproximadamente una hora y treinta minutos.

Donde podemos encontrar el trabajo de Mónica Manrique

Mi carrera profesional evoluciona por tres ejes de manera más o menos simultánea:

  • Psicoterapia: desde un enfoque breve estratégico ayudo a las personas a superar problemas como la depresión, ataque de pánico, baja autoestima, bloqueos, conflictos familiares y laborales, ansiedad, etc. Mucho de este contenido se puede encontrar en mi blog
  • Formación: diseño e imparto talleres sobre resolución de conflictos, inteligencia emocional, trabajo en equipo, gestión del estrés, asertividad, autoestima, etc. en empresas, ONGs, colegios, Obras Sociales…
  • Divulgación: soy editora del blog Padres en apuros que se puede seguir a través de Twitter @padresenapuros y de Facebook. Colaboro periodicamente con la revista TipKids y con La Practicopedia. También formo parte del equipo de expertos de una nueva red social, que verá la luz próximamente, llamada Dontknow dedicada a ayudar a las personas a tomar decisiones.

Hasta aquí la entrevista con Mónica Manrique a la que agradecemos la atención y a la que felicitamos porque mantiene una gran actividad divulgadora. Está impartiendo cursos de formación en distintas habilidades como la comunicación, la motivación, el desarrollo personal y profesional, la inteligencia emocional, habilidades para hablar en público, educación, control del estrés, habilidades sociales, formación de formadores y Escuelas de Padres y Madres. Esperamos que la entrevista haya resultado de interés para que todos podamos contribuir a mejorar las relaciones con nuestros hijos.

Ver entrevista en Peques y más

Taller: “Habilidades de comunicación para el manejo de los conflictos cotidianos”

Se aportarán las estrategias necesarias para conseguir una comunicación asertiva con l@s niñ@s y adolescentes que favorezca la resolución de conflictos y fomente un clima de seguridad y confianza. Trabajaremos:

  • modelos de conunicación,
  • escucha activa,
  • empatía,
  • reconocimiento verbal positivo
  • decir no, poner límites,
  • hacer y recibir críticas,
  • afrontar la hostilidad…
  • Fecha: 19 de octubre.
  • Hora: 18:00 – 20:00
  • Dirección: c/ Orense 8, 4ª. Madrid.      Nuevos Ministerios.
  • Precio: 20 euros.
  • Grupo: Máximo 5 personas. Padres y profesores.
  • Información y reservas: info@monicamanrique.com o por teléfono 91 8276209 / 669739633.

Cómo gestionar nuestra ira y la de nuestros hijos

“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.”

Aristóteles, Ética a Nicómaco.

La ira se genera cuando tenemos la sensación de haber sido perjudicados o tratados injustamente (engañados, manipulados, traicionados, heridos…). También sentimos ira cuando un obstáculo se interpone entre nosotros y nuestros objetivos.

Esta emoción nos avisa de que algo debe cambiar, motiva a detener aquello que nos causa malestar. Disminuye el miedo y aporta la energía necesaria para actuar. Se trata de una emoción potencialmente peligrosa porque nos impide pensar con claridad y hace que actuemos de manera hostil y agresiva.

Cómo gestionar nuestra ira.

  • No dejar acumular lo que nos molesta sin expresarlo y sin pedir cambios.
  • El afrontamiento de la ira debe ir en la dirección de ver las cosas de forma diferente. Adoptar el punto de vista del otro hará que le comprendamos mejor y nos enfademos menos.
  • Nunca responderemos con la misma moneda (la ira provoca más ira y cierra las posibilidades de comunicación). En cuanto notemos las primeras señales de que podemos perder el control lo mejor será apartarnos de quien nos está enfadando.
  • No darle vueltas y vueltas a lo que nos causa rabia porque nuestra ira crecerá.
  • Cuidado con el desahogo gratuito, el maltrato psicológico o físico, las humillaciones, los insultos… Las consecuencias son muy graves.
  • Debemos resolver los problemas cuando estemos tranquilos y esté tranquilo también el otro para evitar una escalada de violencia.
  • Piensa que si pierdes el control, después te arrepentirás y te sentirás culpable.
  • Cuida tu descanso.

Cómo manejar la ira de nuestros hijos.

  • Es fundamental ser un buen ejemplo en la expresión y manejo de las emociones.
  • Nunca ceder a los deseos del niño después de un episodio de rabieta descontrolada, porque si no, pensará que esa es la manera de conseguir lo que pide.
  • No es aconsejable satisfacer todos los deseos del niño. Debe experimentar la frustración para poder aprender a manejarla. Adquiriendo más resistencia a la frustración tendrá menos rabia.
  • No se deben pasar por alto las agresiones. Si el niño es pequeño usaremos el tiempo fuera: le retiraremos de la escena de juego después de mostrar nuestro disgusto. Si el niño es mayor tenemos que dialogar con él.
  • Darle alternativas para actuar ante las injusticias: pedir ayuda, expresar verbalmente el malestar, distraerse…

Cómo actuar ante la sospecha o certeza de que nuestr@ hij@ está consumiendo drogas

Ante la sospecha o certeza de un caso de consumo de drogas en nuestro entorno próximo, la mayoría reaccionamos con angustia, preocupación, desorientación y, generalmente, no tenemos unos criterios claros acerca de cómo enfrentarnos al problema. Saber cómo actuar en estos casos es fundamental, dado que los primeros pasos que demos pueden condicionar todo el proceso.
Por ello, cuando tengamos la sospecha de que alguno de los miembros de nuestra familia pudiera estar consumiendo drogas, es importante que todos los que le rodeamos adoptemos una actitud serena. La angustia provocada por la incertidumbre no conduce más que a la pérdida de control de la situación y al desgaste de las energías, necesarias para afrontar adecuadamente el problema.
En múltiples ocasiones, las suposiciones o conjeturas pueden llevarnos a actuar de forma precipitada. El deseo de obtener información de forma inmediata puede conducirnos a cometer errores, a hacer malas interpretaciones o a desarrollar actitudes persecutorias (que provocan la evitación del supuesto consumidor).
La respuesta a estas situaciones está por tanto en el diálogo y la comunicación. Ésta es la mejor forma de obtener información sobre los posibles consumos y de conseguir su reconocimiento.

  • En todos los casos, habrá que actuar con calma, hablando con serenidad, evitando los enfrentamientos. Es fácil caer en reacciones de rabia que encubren mucho miedo y preocupación por nuestro hijo, pero que si bien nos ayudan a desahogarnos, no nos ayudan a comunicarnos con él.
  • Recordar lo que es ser un adolescente. Se trata de una etapa caracterizada por la curiosidad, las crisis existenciales, la necesidad de transgredir normas; una etapa en la que el grupo de amigos importa mucho y desean sentirse aceptados por ellos.
  • Informarnos sobre las drogas u los procesos adictivos para poder informarles de forma veraz.
  • Es importante aclarar si es un consumo ocasional, de experimentación, si ya se abusa con consumos habituales, o si se trata de una dependencia.
  • Intentar dialogar, creando un ambiente cálido donde se puedan explorar los motivos por los que consume.
  • Si consumen para “no pensar en los problemas” y aliviar la rabia o el dolor, buscaremos alternativas y recursos que les ayuden. Las drogas sólo empeorarán los problemas.
  • Plantearemos unas normas que los hijos entiendan como un cuidado para ellos. Transmitamos que crecer es pasar de un mayor control externo a un autocontrol, pero que si consumen drogas malogran este crecimiento hacia la madurez. Estableceremos, por un tiempo, unas normas en horarios, abstinencia y convivencia.
  • Ayudaremos a que el adolescente se plantee objetivos a medio y largo plazo, consecuentes con el esfuerzo personal. Para que no busque gratificaciones inmediatas en las drogas, es importante explicarle que esforzarse es la manera de lograr recompensas más satisfactorias (más retardadas pero más consistentes) que las que ofrece la droga.
  • Si estiman que su hijo tiene un problema, no duden en pedir ayuda en centros públicos de la red de atención de adicciones (gratuitos, confidenciales, especializados), donde les pueden orientar sobre cómo tratar el abuso/dependencia de una forma individualizada y donde se sentirán bien acogidos.

No debemos:

  • Evitar el tema, ignorarlo o pensar que “ya pasará”.
  • Minimizar el problema.
  • Permitir que consuma en casa.
  • Ser catastrofistas.
  • Lanzar sermones ante los que el adolescente cierra los oídos.
  • Amenazar u ordenar. Esto puede provocar reacciones contrarias en la “edad de la rebeldía”, donde necesitan sentir que la decisión la toman ellos libremente y no por coacción. Tu apoyo y cercanía le ayudará.
  • Humillarle: “Drogadicto”.
  • Vigilarles y espiarles. Siempre serán más listos que los padres si lo notan, y empezará una lucha entre ocultar y encontrar. Mejor hacer equipo.

(Texto cedido por el IMFEF)

Cómo controlar la ira (la nuestra y la de nuestr@s hij@s)

Hay ocasiones en las que estamos/están demasiado nerviosos, cansados o irritados, y hay que aplazar la expresión de estos sentimientos hasta haber reducido la tensión. En esos casos, es conveniente que apliquemos la técnica de control de la ira antes de continuar con la disputa. Para ello, podemos seguir los siguientes pasos:

1. Identificar las señales de alarma

Antes de “explotar” y dejarse llevar por la rabia o la irritación, las personas experimentan una serie de cambios que podemos identificar y utilizar como señales de alarma.

Estos cambios o señales de alarma son parecidas para todo el mundo, pero no son iguales, cada uno tiene las suyas propias. Pueden ser pensamientos (“ya está otra vez tocándome las narices”, “me lo voy a cargar”, “ésta no se ríe de mí”, visión en túnel), sensaciones (rabia, ganas de golpear a alguien, ganas de huir), conductas manifiestas (gritar, morderse los labios, acercarse mucho al otro), reacciones fisiológicas (taquicardia, “chorreón” de adrenalina, tensión muscular en el cuello, sofoco en la cara y/o las manos, sudoración) y/o circunstancias (por ejemplo: mi hijo me saca pecho o mi hija me vuelve a amenazar con salir a pesar de que no le dejo).

2.  Procurar reducir la ira

Si identificamos las señales de alarma cuando aparecen (“¡Cuidado! Me estoy/se está irritando”) y vemos que aún podemos aguantar en la situación de conflicto, podemos  reducir nuestra ira o la de nuestros hijos por medio de las siguientes estrategias:

  • Romper la escalada simétrica, no entrar en el pulso, no echar más leña al fuego. Por ejemplo, podemos posponer la discusión: “Estamos un poco alterados, ¿te parece que lo hablemos cuando estemos más tranquilos”;  o darle la razón en algo a nuestro hijo, como por ejemplo:“Tienes razón, quizás me precipité en lo que te dije”; podemos hacer equipo uniendo su mensaje con el nuestro: “Creo que tú tienes razón en lo que dices y que yo tengo razón en quejarme de tus formas”; o salir por la tangente: “creo que esa chica no te viene bien, pero tú ya eres mayor y entiendo que  tú decides”.
  • Hablar sobre la relación y no sobre el contenido. Por ejemplo: “Creo que los dos nos estamos encendiendo demasiado, ¿no crees?” o “Siento haberme encendido, pero me asusta que, ahora que llevas las riendas de tu vida, pueda pasarte algo malo”.
  • Cambiar la manera de ver la causa de los conflictos. A veces lzapatillas para cooperacionos demás reaccionan o nos responden con provocaciones o de malas maneras porque ellos mismos se han sentido molestos con nuestra conducta. Prever la reacción que nuestra conducta y nuestras respuestas pueden provocar en los demás evita muchos conflictos y ayuda a discutir de forma positiva. Por ejemplo, aunque crea que le aprieto porque está rebelde, si entiendo que mi hijo se rebela ante mi presión, puedo apretarle menos y ver qué ocurre.
  • Formularse mensajes tranquilizadores: “No muerdas sus anzuelos”, “puedo manejarlo”, “no voy a permitir que me domine la situación”.  Hay un cuento budista que dice que “el corazón es como una diana; en nuestras manos no está que el mundo (o nuestros hijos) nos lance flechas, pero sí el achicar la diana para que sea más difícil que nos den en ella”.
  • Pensar en las consecuencias de perder el control: “Si pierdo el control…”.
  • Preguntarse si hay algún motivo añadido para sentirse tan irritado (ejemplo: hablar con un garbanzo en el zapato). Además de la conducta de la otra persona y/o de la discusión misma, puede haber también otros motivos que añadan más irritación a la situación, o que sean la causa principal. Por ejemplo: Haber recibido una bronca en el trabajo, tener dolor de muelas, haber dado muchas vueltas para encontrar aparcamiento, haber tragado mucho con mi hijo. La gota que colma el vaso puede no tener nada que ver con las otras gotas que lo llenaron; sin embargo, en ocasiones le echamos el vaso entero a aquel que nos echó tan sólo una gota.

3. Tiempo fuera

Si vemos que estamos/están al límite de perder el control, que el “termostato” nos da la señal de alarma y estamos/están a punto de estallar, debemos marcharnos de la situación que nos/les desborda inmediatamente y aplazar la discusión hasta que estemos/estén más calmados. Si permanecemos más tiempo, basta otra frase o gesto y perderemos/perderán el control. Para que el otro no se ofenda, antes de marcharnos podemos decirle, por ejemplo: “Perdona, pero estamos los dos muy nerviosos; vamos a darnos unos minutos para calmarnos y luego hablamos”. Una vez lejos de la situación conflictiva, es conveniente hacer algo que nos ayude a reducir la tensión y relajarnos.

4. Retomar el tema de discusión

Después de habernos calmado, es importante retomar el tema de discusión para que el otro no tenga la sensación de haberse quedado con la palabra en la boca. En esta ocasión, trataremos de aplicar los hábitos positivos de comunicación que ya hemos aprendido. Por ejemplo: “Perdona por haberte dejado así, pero nos estábamos encendiendo mucho y no quería que acabásemos explotando como otras veces. Me decías que…”.

(Texto cedido por el IMFEF)

Cómo hacer una crítica sin ofender

Hacer una crítica, es pedir un cambio, es hacerle consciente al otro, de qué es lo que nos molesta, para que lo cambie.

Normalmente, hacemos mal las críticas, y lo que conseguimos es que nuestro interlocutor se sienta atacado y se ponga a la defensiva en lugar de cambiar.

Lo primero, será tener claro cuál es nuestro objetivo, qué es lo que queremos que el otro haga, deje de hacer, o haga de manera diferente.

No es conveniente abusar de las críticas, ni utilizarlas de manera general, empleando las palabras: todo, nada, nunca y siempre.

Para hacer una crítica tenemos que elegir bien el momento,

  • Así, si yo estoy tranquilo y contento no me dejaré llevar por el enfado, y tendré más presentes mis objetivos.
  • Y si el otro, está tranquilo y contento, tendrá una actitud más receptiva y será más probable que cambie aquello que me molesta.

Para hacer bien una crítica sin que el otro se enfade y aumentado la probabilidad de que cambie aquello que nos ha molestado utilizaremos:

  • Los mensajes yo.
  • Y la Técnica del bocadillo.

Los Mensajes yo, son aquellos mensajes que se envían en primera persona.

No implican evaluación negativa del otro (al contrario que en los mensajes tú), no dañan la relación, y aumentan la probabilidad de que el otro cambie.

No será lo mismo decirle a tu hijo:

  • “Eres un desastre.”
  • Qué decirle: “Cuando dejas la ropa tirada en tu habitación siento que no valoras el trabajo que me ha dado lavarla y plancharla.”

También utilizaremos la Técnica del bocadillo, que consiste, en disminuir la carga negativa de lo que decimos, diciendo también algo positivo o incorporando la empatía.

  • Empezaremos por empatizar. Siguiendo el ejemplo anterior podremos decir: “Entiendo que tengas prisa y que estés cansado.”
  • Luego, diremos lo que nos molesta utilizando Mensaje yo: “Cuandobocadillo dejas la ropa tirada en tu habitación siento que no valoras el trabajo que me ha dado lavarla y plancharla.”
  • Y para terminar, expresaremos algo positivo. Por ejemplo: “Eres un chico muy comprensivo y sé que ahora que sabes cómo me siento vas a cuidar más la ropa.”

Recuerda que no conviene abusar de las críticas y que la diana de nuestras críticas serán las conductas, no las personas.

 

Cómo decir NO utilizando la técnica del banco de niebla

En muchas ocasiones, un NO, es la forma de manifestar nuestro criterio y defender nuestra postura. Cuando queremos decir NO, y lo decimos sin sentir culpa, ganamos en seguridad y autoestima.

Tenemos que ser capaces de decir NO de manera clara e inequívoca, pero procurando que el otro no se sienta ofendido.

A la hora de decir NO iremos a grano. Podremos dar razones, pero nunca, excusas ni justificaciones.

Existen diversas técnicas para decir NO, pero una de las más eficaces, cuando el otro se pone muy insistente y nos provoca, es la Técnica del banco de niebla o “claudicación simulada”.

Se trata de responder de manera vaga, “sin entrar al trapo”  cuando nos atacan, chantajean o insisten en exceso. Para ello, damos al otro la parte de razón que pueda tener, pero no cambiamos de opinión. Parecerá que estamos cediendo terreno, pero sin cederlo realmente, ya que, en el fondo, se deja claro que no se va a cambiar de opinión.

Tenemos dos opciones,banco de niebla

  • Una, convenir con la verdad reconociendo lo que nos plantean (tienes razón, es cierto, es verdad que…).
  • Y otra sería, convenir con la posibilidad (es posible, puede que tengas razón, a lo mejor…).

Por ejemplo si nuestra hija nos pide un móvil de manera insistente, e incluso nos ataca diciendo, por ejemplo, que somos unos egoístas, podremos:

  • Convenir con la verdad diciéndole: “Si, somos unos egoístas, pero de momento nos parece un gasto innecesario que tengas móvil.”
  • Convenir con la posibilidad: “Si, puede que seamos unos egoístas”.

Este mensaje verbal, para ser efectivo, tiene que ir acompañado de un lenguaje no verbal que transmita seguridad y contundencia sin llegar a ser agresivo. Que diga algo así como:”Por mucho que insistas no voy a cambiar de opinión, esta es mi última palabra.”

No podemos olvidar que el peor NO es el que no hemos sido capaces de decir por miedo, culpa o indecisión, es el que se queda dentro de nosotros mermando nuestra autoestima y haciendo que acumulemos rencor y resentimiento.

 

Cómo decir NO utilizando la técnica del disco rayado

En muchas ocasiones, un NO, es la forma de manifestar nuestro criterio y defender nuestra postura. Cuando queremos decir NO, y lo decimos sin sentir culpa, ganamos en seguridad y autoestima.

Tenemos que ser capaces de decir NO de manera clara e inequívoca, pero procurando que el otro no se sienta ofendido.

A la hora de decir NO iremos a grano. Podremos dar razones, pero nunca, excusas ni justificaciones.

Existen diversas técnicas para decir NO, pero una de las más eficaces cuando el otro se pone muy insistente es la Técnica del disco rayado:

  • Consiste en repetir un pequeño argumento y el NO, una y otra vez, discomanteniendo la calma en todo momento.
  • No entraremos en discusiones, ni haremos caso a las provocaciones que nos puedan hacer. Tampoco daremos más razones ni justificaciones.
  • Insistiremos en repetir nuestro argumento y el NO, una y otra vez, hasta que la otra persona quede convencida o, por lo menos, se dé cuenta de que no va a conseguir nada con su insistencia.

Por ejemplo, si nuestra hija nos pide un móvil de manera insistente podremos decirle: “Hemos decidido que es pronto para que tengas móvil y no te lo vamos a comprar”.

Y si sigue insistiendo, repetirlo un y otra vez, manteniendo la calma, y sin entrar a dar más razones ni justificaciones.

Este mensaje verbal, para ser efectivo, tiene que ir acompañado de un lenguaje no verbal que transmita seguridad y contundencia sin llegar a ser agresivo. Que diga algo así como:”Por mucho que insistas no voy a cambiar de opinión, esta es mi última palabra.”

No podemos olvidar que el peor NO es el que no hemos sido capaces de decir por miedo, culpa o indecisión, es el que se queda dentro de nosotros mermando nuestra autoestima y haciendo que acumulemos rencor y resentimiento.