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Cómo gestionar la ira y no perder los nervios

Sentimos ira cuando algo se interpone entre nosotros y nuestros objetivos, o cuando consideramos que estamos ante una injusticia.

Es importante comprender que todas las emociones son útiles y necesarias, y la ira no es una excepción. Entonces, ¿para qué nos sirve? Nos avisa de que algo debe cambiar y nos motiva a detener aquello que consideramos injusto o nos causa malestar. Para ello disminuye el miedo y nos aporta la energía necesaria para actuar.cara de hombre echando humo

La ira en sí no es un problema, pero mal gestionada puede ser peligrosa ya que nos impide pensar con claridad y hace que actuemos de manera hostil y agresiva.

 ¿Cómo podemos entonces gestionar nuestra ira?

Lo mejor es prevenir, así que antes de perder los nervios ten en cuenta que es fundamental no dejar acumular lo que nos molesta, porque si no, seremos como una olla exprés que va acumulando presión y corre el riesgo de explotar.

También es muy importante cuidar el descanso y las demás necesidades básicas. Cuando tenemos sueño o estamos hambrientos es mucho más fácil que nos saquen de nuestras casillas.

Y, por último, procura bajar tu nivel de activación en algún momento a lo largo del día: puedes practicar técnicas de relajación, yoga, meditación o disfrutar de un baño relajante.

Cuando ya nos ha desbordado la situación y nos sentimos invadidos por la ira, poco podemos hacer. Debemos evitar responder con la misma moneda, la violencia provoca más violencia y cierra las posibilidades de comunicación. En cuanto notemos las primeras señales de que podemos perder el control, lo mejor será apartarnos de quien nos está irritando antes de hacer o decir algo de lo que luego nos podamos arrepentir. Tampoco es conveniente darle vueltas y vueltas a lo que nos ha enfadado, ya que solo conseguiremos enfadarnos todavía más.

 Después de cada episodio de ira es útil hacerse las siguientes preguntas:

  • ¿Estoy ante una situación injusta? Si es así, busca cuando estés tranquilo, la manera de cambiar las cosas sin recurrir a la violencia.
  • ¿Algo o alguien me impide conseguir mis objetivos? En este caso plantéate:
    • ¿Son mis objetivos realistas?
    • ¿Son realmente lo que quiero?
    • ¿Tengo alguna manera alternativa de conseguirlos?

El afrontamiento de la ira pasa por ver las cosas de manera distinta. Adoptar el punto de vista del otro hará que le comprendamos mejor y nos enfademos menos. También nos puede ayudar, dejar de interpretar las relaciones humanas en términos de ganar perder, puesto que, en la mayoría de las situaciones o todos ganamos o perdemos todos.

Cómo ayudar a alguien que está triste o deprimido

Sentimos tristeza ante la pérdida de algo que consideramos valioso. Puede tratarse de la muerte de un ser querido, una ruptura sentimental o un despido. Pero también, surge cuando lo que perdemos es la idea que tenemos de nosotros mismos o de los demás, ya sea por humillaciones, derrotas o decepciones.

Es muy importante comprender que todas las emociones son útiles y necesarias.

La tristeza nos motiva a la no acción. Estamos apáticos, sin ganas de nada. Pero, ¿en qué nos ayuda todo esto? Aunque resulte difícil ver la utilidad de la tristeza, esta tiene una doble función:

  • Por un lado, nos ayuda a adaptarnos a la nueva situación. Nos obliga a parar, para que podamos darnos cuenta de los recursos con los que contamos de ahora en adelante tras la pérdida.
  • Y por otro lado, facilita, a través de la empatía, el apoyo de los demás.Chica triste de espaldas b y n

 Y tú, ¿Qué haces para ayudar a una persona cuando está triste?

Supongo que llevado por el sentido común y la buena intención le intentarás animar, consolar, alegrar. Para ello puedes:

  • Enumerarle una serie de razones por las cuales no debería estar triste: tienes buena salud, hay quien está mucho peor, tienes a gente que te quiere…
  • Darle consejos del tipo, disfruta de la vida, sal a divertirte, disfruta de las pequeñas cosas, tienes que ser fuerte, hazlo por tus hijos, tus padres…
  • Y también, puedes quitarle importancia y relativizar su situación: no te preocupes, no vale la pena, no es para tanto, hay cosas mucho más importantes…

Bueno, pues si es así, NO LO HAGAS.

Todos estos mensajes pueden ser un gesto de solidaridad, amistad y amor, pero si se convierten en una orden,  en una especie de obligación, podrán llevar a la persona a retener, más que a dejar ir, a la tristeza. El mensaje que le transmitimos sería algo así: “No se debe, no puedes, no es normal, no es aceptable estar triste”.

En consecuencia intentará erradicar la tristeza consiguiendo que se intensifique e intentará forzar la alegría haciendo que resulte imposible.

Entonces ya no solo estará triste, sino que también estará triste por estar triste. Lo que en un principio era tan solo una tristeza sana y pasajera se mezcla ahora con sentimientos de fracaso, maldad e ingratitud con respecto  a aquellos que le quieren y se esfuerzan tantísimo por ayudarle.

Ya sabemos que no hacer, pero ¿cómo podemos ayudar?

  • Con la simple presencia: escuchando, abrazando, estando ahí…
  • Aceptando la tristeza de manera natural y haciéndole ver que no es un signo de debilidad.
  • Y si la tristeza se ha enquistado, lo más conveniente será hacerle ver la necesidad de acudir a un especialista.

¿Qué hacer cuando la tristeza se apodera de nosotros?

chica en tren lloviendoSentimos tristeza ante la pérdida de algo que consideramos valioso. Puede tratarse de la muerte de un ser querido, una ruptura sentimental o un despido. Pero también surge cuando lo que perdemos es la idea que tenemos sobre nosotros mismos o sobre los demás ya sea por humillaciones, derrotas o decepciones.

Todas las emociones son útiles y necesarias, pero ¿para qué nos sirve la tristeza?

La tristeza nos motiva a la no acción. Estamos apáticos, sin ganas de nada.  ¿Y en qué nos ayuda todo esto? Aunque resulte difícil ver lo útil de la tristeza esta tiene una doble función:

  • —Por un lado, nos ayuda a adaptarnos a la nueva situación. Nos obliga a parar para que podamos darnos cuenta de los recursos con los que contamos de ahora en adelante tras la pérdida.
  • Y por otro lado, facilita, a través de la empatía, el apoyo de los demás.

A la hora de gestionar nuestra tristeza es bastante común poner en marcha ciertas soluciones que en lugar de ayudarnos complican más la situación sumando a la tristeza sana y natural otros sufrimientos innecesarios.

La primera es renunciar a actividades de ocio que habitualmente nos nutren, como por ejemplo, quedar con amigos, divertirse…

  • Podemos pensar que no queremos aburrirles con nuestras penas o simplemente nos avergüenza que nos vean así.
  • O también, podemos pensar que son actividades “no esenciales” o “carentes de importancia” y no merece la pena gastar la poca energía que tenemos en ellas.

Este proceso de renuncia es como caer por un embudo de agotamiento. El embudo se crea cuando los círculos de nuestras vidas se hacen cada vez más pequeños. Cuando más estrecho se vuelve el embudo, más probable es que nos sintamos agotados y exhaustos.

Así que, lejos de ahorrar energía nos estamos  privando de las estrategias más sencillas y eficaces para invertir el declive que nos puede llevar a la depresión y cargarnos de energía.

La segunda solución que empeora las cosas es enfrentarse al agotamiento esforzándonos más, porque lo que conseguimos es agotarnos más todavía. Como cuando alguien que ha caído en arenas movedizas se hunde más debido a los esfuerzos que hace para intentar salir.

  • Podemos esforzarnos en reprimir la tristeza y lo que conseguimos es mantenerla durante más tiempo y más intensamente.
  • Podemos esforzarnos para provocar la alegría y lo que conseguimos es inhibirla.
  • Podemos esforzarnos por entender cómo hemos llegado a estar tan tristes pero lo que conseguimos es estar más tristes todavía.
  • Podemos esforzarnos para  encontrar un modo de salir de ese estado de ánimo pero lo que conseguimos es:
    • desenterrar penas del pasado que nos hacen sentir más tristeza, culpa y vergüenza,
    • proyectar preocupaciones con relación al futuro que nos generen ansiedad
    • y enfadarnos con nosotros mismos por no ser capaces de sobreponernos.

En resumen,  los esfuerzos que realizamos habitualmente para salir de este estado de ánimo, lejos de liberarnos, nos mantienen atrapados en el dolor del que estamos intentando escapar.

Por extraño que pueda parecer, la ciencia ha demostrado que está bien dejar de intentar solucionar el problema de sentirse  mal, pero llegados a este punto, es mejor ponerse en manos de un especialista que nos ayude a volver a disfrutar de la vida.

M. Williams, J. Teasdale, Z. Segal, J. Kabat-Zinn (2010): “Vencer la depresión” . Ed: Paidós. Madrid.

¿Cómo ayudar a tu hijo ante la llegada de un nuevo hermano?

El nacimiento de un hermano es un suceso muy importante en la vida de un niño que genera un cúmulo de sentimientos de todo tipo, pero no solo en los niños, sino en toda la familia.

  • La mayoría de los niños se alegran y lo celebran,
  • Pero también es normal que sientan celos.

Los celos, como el resto de las emociones, tienen una función adaptativa y por eso han llegado hasta nuestros días. Los niños necesitan la atención y los cuidados de los adultos para sobrevivir y cuando ven que esta atención y cuidados peligran se activa el repertorio conductual de los celos para decirles a los padres: “Eh, que estoy aquí”. Es una reacción lógica y normal.

Los niños con celos muestran una curiosa mezcla de conductas. Se comportan como un bebé más pequeño para inspirar compasión, pero también les gusta comportarse como unNina con embarazada niño más grande para demostrar que son mejores que el pequeño. Tratan a sus padres  con una mezcla de cariño casi pegajoso y hostilidad. Puede tener rabietas y accesos de ira. Muestran hacia el hermanito un cariño exagerado, pero que bordea la agresión, como cuando le abrazan tan fuerte que casi le ahogan. Intentan a veces golpearle, o con más frecuencia ridiculizarle (“es un llorón”, “se hace caca encima”).

Los niños, aunque sean muy pequeños, quieren colaborar en el cuidado de sus hermanitos.

Pero los adultos solemos frustrar estos intentos por considerarlo peligroso.

A veces, lo hacemos de manera poco conveniente, provocando que el niño mayor se sienta confundido y no llegue a comprender por qué no puede hacer cosas que los demás si llevan a cabo.

Para evitar que el niño se sienta desplazado, se le puede invitar a colaborar en el cuidado del bebé.

En lugar de decirle: “No te acerques a la cuna del bebé”, “Al bebé no se le toca”. Podemos solicitar su colaboración con frases del estilo: “Si oyes llorar a tu hermanito, avísame corriendo e iremos los dos a consolarlo”.

Los padres,  abuelos y demás adultos deben abstenerse de decir al niño que tiene que querer mucho a su hermanito, pues eso lo hará de manera espontánea.

Para el niño es una contradicción incomprensible que le pidan, por un lado, que quiera mucho a su hermanito, y por otro, que se le mantenga al margen del bebé.

Los celos entre hermanos son totalmente normales, y es absurdo (y muchas veces contraproducente) pretender negarlos, reprimirlos o erradicarlos. Tampoco debemos pronosticar que tendrá celos del bebé y relacionar cualquier problema con esta “profecía”.

  • Ampudia, M.; (2010). Con la mejor intención: Cuentos para comprender lo que sienten los niños. Barcelona: Herder Editorial, S.L.
  • Gonzalez, C.; (2006). Bésame mucho: Cómo criar a tus hijos con amor. Madrid: Ediciones Planeta.

Qué NO hacer con la tristeza

—Dos errores típicos a la hora de gestionar la tristeza:

  • —Dejar de hacer actividades que habitualmente nos nutren, como ver a los amigos y a los miembros de la familia que podrían ser un apoyo real para nosotros.
  • Enfrentamos al agotamiento esforzándonos más, pero lo que conseguimos es que éste se haga más intenso.

—Cuando la depresión empieza a apoderarse de nosotros reaccionamos haciendo lo posible por quitarnos de encima nuestros sentimientos, ya sea reprimiéndolos o pensando para intentar encontrar un modo de salir de ese estado de ánimo. —En este proceso, desenterramos penas del pasado (tristeza, culpa, vergüenza) y hacemchica triste tras cristal con lluviaos aflorar preocupaciones con relación al futuro (ansiedad). Mentalmente, probamos con esta o aquella solución sin sacar nada en claro y lo que conseguimos es frustración, e ira contra nosotros mismos por no ser capaces de liberarnos de esa tristeza tan incapacitante.

—Paradógicamente, los esfuerzos que realizamos habitualmente para salir de este estado de ánimo, lejos de liberarnos, nos mantiene atrapados en el dolor del que estamos intentando escapar.

—Por raro que pueda parecer, la ciencia ha demostrado que está bien dejar de intentar solucionar el problema de sentirse  mal.

M. Williams, J. Teasdale, Z. Segal, J. Kabat-Zinn (2010): “Vencer la depresión” . Ed: Paidós. Madrid.

Cómo gestionar nuestra ira y la de nuestros hijos

“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.”

Aristóteles, Ética a Nicómaco.

La ira se genera cuando tenemos la sensación de haber sido perjudicados o tratados injustamente (engañados, manipulados, traicionados, heridos…). También sentimos ira cuando un obstáculo se interpone entre nosotros y nuestros objetivos.

Esta emoción nos avisa de que algo debe cambiar, motiva a detener aquello que nos causa malestar. Disminuye el miedo y aporta la energía necesaria para actuar. Se trata de una emoción potencialmente peligrosa porque nos impide pensar con claridad y hace que actuemos de manera hostil y agresiva.

Cómo gestionar nuestra ira.

  • No dejar acumular lo que nos molesta sin expresarlo y sin pedir cambios.
  • El afrontamiento de la ira debe ir en la dirección de ver las cosas de forma diferente. Adoptar el punto de vista del otro hará que le comprendamos mejor y nos enfademos menos.
  • Nunca responderemos con la misma moneda (la ira provoca más ira y cierra las posibilidades de comunicación). En cuanto notemos las primeras señales de que podemos perder el control lo mejor será apartarnos de quien nos está enfadando.
  • No darle vueltas y vueltas a lo que nos causa rabia porque nuestra ira crecerá.
  • Cuidado con el desahogo gratuito, el maltrato psicológico o físico, las humillaciones, los insultos… Las consecuencias son muy graves.
  • Debemos resolver los problemas cuando estemos tranquilos y esté tranquilo también el otro para evitar una escalada de violencia.
  • Piensa que si pierdes el control, después te arrepentirás y te sentirás culpable.
  • Cuida tu descanso.

Cómo manejar la ira de nuestros hijos.

  • Es fundamental ser un buen ejemplo en la expresión y manejo de las emociones.
  • Nunca ceder a los deseos del niño después de un episodio de rabieta descontrolada, porque si no, pensará que esa es la manera de conseguir lo que pide.
  • No es aconsejable satisfacer todos los deseos del niño. Debe experimentar la frustración para poder aprender a manejarla. Adquiriendo más resistencia a la frustración tendrá menos rabia.
  • No se deben pasar por alto las agresiones. Si el niño es pequeño usaremos el tiempo fuera: le retiraremos de la escena de juego después de mostrar nuestro disgusto. Si el niño es mayor tenemos que dialogar con él.
  • Darle alternativas para actuar ante las injusticias: pedir ayuda, expresar verbalmente el malestar, distraerse…

Emociones básicas: cuándo aparecen y para qué sirven

MIEDO

Ante un peligro real o imaginado.

  • Protegernos de los peligros movilizando los recursos necesarios para la respuesta de: ataque, huida o inmovilidad.

SORPRESA

Ante algo inesperado.

  • Para que pongamos toda nuestra atención en el estímulo inesperado.

AVERSIÓN

Ante personas o cosas repulsivas.

  • Expulsar o evitar sustancias nocivas.
  •  Simbólicamente ocurre lo mismo con las personas que violan las normas culturales.

IRA

Cuando algo se interpone entre nosotros y nuestros objetivos o estamos ante un hecho que nos resulta injusto.

  • Detener aquello que causa malestar.
  • Nos avisa de que algo debe cambiar.
  • Disminuye el miedo y aporta la energía necesaria para la acción.

ALEGRÍAabuela riendo

Ante un suceso favorable.

  • Emprender actividades.
  • Fortalecer lazos sociales (empatía).
  • Generar actitudes positivas.
  • Mejorar el rendimiento cognitivo, la creatividad, el aprendizaje, la memoria.
  • Ayudar a superar el miedo.

TRISTEZA

Ante la pérdida de algo que se valora como importante.

  • Para poder adaptarnos a la nueva situación.
  • Facilitar, a través de la empatía, el apoyo de los demás.